Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ comenzar

Comienzan los días y las noches fríos
cuerpos vencidos se arrastran
a la siga de otros cuerpos arrasados

una mano busca su reverso y juntas
encuentran una piedra tibia.
En medio de savasana, la tierra comienza a temblar y no tiembla porque esté mi cuerpo tendido. Sino porque la fricción entre dos placas tectónicas cedió algún milímetro y, con ellas, las ondas energéticas que reverberaron -como cotidianamente lo hacen- hasta encontrarse con mi espalda, sobre el suelo, donde, muertos, ondeamos. En la sacudida recordé las palabras dichas con sorna, aquellos insultos juguetones, esos chistes, esas bromas que mediaban la relación entre mi abuelo y sus nietxs, yo entre ellxs, como un sincero intento de comunicación.
1921. 4 de agosto. Comienza el uso de la fotografía aérea para la elaboración de mapas sin fines bélicos, como el mapa de la isla de Manhattan, Nueva York, elaborado a partir de 100 fotografías aéreas capturadas por la Fairchild Aerial Camera Company a una altitud que superaba los 3000 metros.
Sobre la mesa una hoja de celulosa lavada, blanca. El lápiz presiona esa superficie y comienza a trazar una línea que forma un cuerpo / que se parece al cuerpo recordado-referido-citado, pero es otro.

975

Luego de hablar brevemente con mi papá, pienso que pronto debe jubilar. Vivir esa etapa transitoria. Comenzar a despojarse -entre otras cosas- del miedo ante el deterioro del cuerpo. Supongo que en algún momento aquella experiencia, que llamamos, a veces, simplemente, vida, se transforma en otra cosa. Quizás en un reconocimiento. La muerte está aquí, indisociable del cuerpo que recibe el calor del sol, el calor de otros cuerpos, la satisfacción de la comida y la bebida, el sentimiento amable de la comodidad, el placer sexual, el goce sensitivo que ofrece el viento, el olor del mar, el pasto o la primera lluvia del año. Todo aquello por lo que sonreímos, abrimos la boca, los ojos; las pupilas se dilatan, las manos se abren los brazos, extendemos la espalda, se tensan los músculos, transpiramos, se relajan; hablamos bajito o para adentro palabras amorosas. Pero luego tiembla la voz de tu padre al otro lado del teléfono, como la tuya a este extremo, y piensas que es difícil, porque nunca han sabido comunicarse de esta forma, pero lo intentan aunque no puedan el uno ni el otro decir lo que callan: es el cuerpo, su exultación, parte del miedo.

954

savasana

acostado en el suelo
por un segundo inmóvil
como un sudor de agua que
ante la inminente llegada
de la manada sedienta
comienza a temblar.

916

Soñé que mi papá me iba a buscar por allá, a esos lugares donde me escondo del mundo, los amigos y la familia. Me sacó del grupo de desconocidos en el que estaba para contarme sobre la muerte de su hermano. Tenía la punta de la nariz tiznada, manchada de carbón. Mirándome a la cara se lamentaba profusamente sobre la muerte de su hermano, se frotaba el rostro, se limpiaba los ojos que lloraban. Esta fue la primera vez que lo vi llorar. Para calmarlo, le dije que O., había vivido una buena vida, que su muerte era una ocasión de celebrar su vida. Tras mis palabras, me dio la espalda y partió. Lo perseguí pues pensé que era lo correcto: ir tras de él, como él se fue tras mis palabras. Él, que me dio un lenguaje que rechacé, se iba herido por mi lenguaje nuevo. Entré a una pequeña sala de teatro o un cine destruido. Estaba sobre el escenario. Alguien lo presentó a la audiencia que esperaba su acto. Sentado, en su rodilla descansaba una guitarra gris, de cuerdas rotas. Comenzó a tocar un blues acerca de su hermano muerto. Ese fue a mis ojos el momento de su redención.

865

El sol que sube por el cerro. El viento que baja por su falda. Ejercen presión sobre mi cuerpo, cuando camino de vuelta, esta tarde.
Resiste al comienzo la presión el cuerpo, pero cede. Se abre cada uno de sus poros. Respira el tejido aireado, de pronto nuevo, recompuesto. Absorben el sol las papilas que experimentan el mundo. Cada agujero recibe y da, convive en el aire con las partículas de luz cálida, del viento tibio. Tocan los surcos de los pies los surcos de la goma del zapato, tocan / los surcos de la tierra, bajo el asfalto, sobre las raíces y la vida subterránea.
Consigo entrar, de vuelta a la casa. Me siento, como lo hago siempre, sobre la imagen de un cuerpo que lee.

859

De pronto, cuando todo comienza a bajar y ejerce presión sobre mi cuerpo -hoy, como en la práctica, como en el amor, como en la amistad, vuelve a ocupar su sitio el cuerpo-, pienso. Y aquel acto, lo recibo como una bendición.

838

En el sueño mi papá me contó sobre sus nuevos amigos. Amigos que han conseguido pues se han preocupado –él y la mamá– de pequeñas cosas, como por ejemplo la ropa, como por ejemplo cierta nueva actitud amistosa. Han hecho nuevos amigos porque están viejos y los amigos se van muriendo. Me cuenta en particular que han aprendido algunos chistes y, gracias a ellos, tienen nuevos amigos, chistes muy fomes que ha escuchado de otros, dad jokes que comparte con otros padres de familia. Despierto del sueño con la certeza de que muchas cosas comienzan con un chiste.

822

Hay un episodio conocido en Frankenstein de Mary Shelley. El momento en el que el monstruo deja el espacio de la inmediatez de los sentidos y la necesidad para entrar al doble mundo de las representaciones. Conoce la historia de amor y violencia de la humanidad a través de su filosofía y su literatura. Aprende todo esto –refugiado entre las tablas de una vieja choza lateral a la cabaña de los De Lacey–, espiando a Felix y Agatha, quienes instruyen a Safie (una joven árabe) sobre las materias de Occidente y la cristiandad.
La identificación entre el monstruo y la mujer extranjera es evidente, así como en términos más generales la identificación entre sujeto femenino y monstruosidad es evidente. Ahora bien, hasta ese momento en el que adquiere una lengua, el monstruo no podía reconocerse como tal, sino a partir de la fuerza directa que se le oponía a modo de violencia social. Su carácter monstruoso es derivado de la adquisición del lenguaje.
En Transgender Warriors de Leslie Feinberg existe una escena paralela. Leslie –quien hasta ahora “pasaba” como un “buen hombre” entre hombres y, más precisamente, como un buen obrero judío entre obreros negros, latinos e indígenas norteamericanos– ingresa a las filas del Workers World Party en Buffalo, donde divide su tiempo entre reuniones educativas sobre comunismo y manifestaciones contra la guerra de Vietnam, el racismo, el sexismo y la homofobia.
Es el espacio de la organización de la protesta, sin embargo, fuertemente dividido entre tareas para hombres y otras para mujeres, donde revive las divisiones y jerarquías sexuales que, desde el momento en el que el doctor que atendió su nacimiento declaró “It’s a girl”, le habían hecho objeto de violencia y odio.
Acude a Jeannette Merrill, una de las fundadoras de la filial del WWP en Buffalo, quien le acoge y le invita a formar parte de las reuniones y las clases de autodefensa reservadas a las mujeres del partido. Es en este momento donde comienza un nuevo proceso de aprendizaje. Junto a compañeras y compañeros comunistas conoce la obra de Che Guevara, Nkrumah, Mao Zedong, Ho Chi Minh y Rosa de Luxemburgo, estudia El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Engels, así como el panfleto de Dorothy Ballan, Feminism and Marxism, e indaga en las formas de vida comunitaria anteriores a la formación del Estado moderno, fundado en la diferencia sexual.
Esta experiencia de aprendizaje y salida del binarismo, a partir del cual solo podía definirse como “he-she” frente a la división heteronormativa de la sociedad, fue la experiencia crucial para la escritura de esa historia a contrapelo de la historia que es Transgender Warriors.

764

El año termina con un descenso y el año comienza por un descenso.
El prefijo latino de- indica una dirección, un movimiento de arriba hacia abajo, una caída, una separación presente en "delirio", "declinación", "deriva", en la palabra "deseo".

762

Comienza el descenso. Abajo los barcos dejan largas nubes blancas tras de sí.

Nubes, islas, ciudades del mar y del cielo.

De entre las nubes, aparece el gran cerro Coloso, interrupción del cielo.

En piedra blanca sobre la arena rojiza del desierto, los primeros mensajes al cielo.

La ciudad aparece / cuerpo dentro de una sombra, las nubes silenciosas.

Las ruedas tocan el asfalto. Se conmueve la estructura de aluminio y otros metales ligeros. Se elevan los frenos de las alas para oponer resistencia al viento.

Ponemos los pies sobre la tierra.

702

Frente a la pregunta tantas veces reiterada: ¿cómo comenzar?, esta otra: ¿dónde cortar? Porque la escritura es inacabable y, por tanto, no puede comenzar o terminar.

671

Motivos de dolor:
-que el otro no pueda vivir el paraíso que deseo para él
-el crimen por inconsciencia / el crimen de arrogancia: dañar sin querer (a quien lo quiere a unx)
-que no encuentres refugio
-mantenerme callado cuando es necesario decir cualquier cosa: está bien / el sol cae / el día comienza / se abre el poema
-no tener nada que escribir.

648

La historia entre Elia Kazan y Barbara Loden comenzó más o menos cuando esta tenía 25 años y el director de On the waterfront, 48. Es 1957 y Kazan ya había delatado a sus antiguos compañeros del Partido Comunista frente al Comité de Actividades Antiestadounidenses en la época del mccarthismo. Loden estaba casada con Laurence Joachim, quien al parecer los presentó.
Años después, Kazan como director de After the fall –obra escrita por Arthur Miller– le ofreció el papel de Maggie, personaje supuestamente basado en Marilyn Monroe, quien había sido la segunda esposa de Miller.
Según Kazan, Loden era la actriz perfecta para interpretar a Maggie: hijas de familias empobrecidas, ambas habían vivido una juventud sin pertenencia a ningún grupo social y, con similar desenfado, sin nada que perder porque nada tuvieron, se habían abierto paso en el mundo del espectáculo; experiencias que las convirtieron en mujeres “neuróticas, a menudo desesperadas y con una pasión difícil de controlar”.

644

En la introducción a Essential Acker, Jeanette Winterson escribe: “En la década de 1970, Kathy Acker comenzó una serie de experimentos formales en los que se incluyó como personaje. He notado que cuando las mujeres se incluyen como personajes en su propia obra, la obra es leída como autobiográfica. Cuando los hombres lo hacen (…) esta es leída como metaficción”.

634

Comencé a escribir pensando que este texto (lleno de huesos y músculos), que yo en tanto que texto, tejido de nervios y carne y huesos y músculos, sería la armazón flexible que evitara la caída de los hombres-niños, pero no soy sino un cuerpo que mira y que siente y recuerda, que escribe. Solo puedo ofrecerles este oído que escribe.

624

Su crimen (y escribo esto como si fuera la verdadera víctima) ocurrió más o menos al mismo tiempo que comencé a escribir este diario. Ninguna palabra, en ya casi seis años, hay en este diario sobre él.
Hasta hoy, cuando la noticia me golpea por fin, como la muerte de un hombre amado hace mucho.

566

Esta manera (casi trágica) de comenzar podría ser un género en sí misma: el relato cursi del poeta sobreviviente que ante la muerte individual rememora la amistad con el difunto, la muerte del lazo social o la injusticia de un mundo en que, también, “la poesía ha muerto".

463

Insistencia del día

El nombre verdadero es i, no "uno", ni "yo", sino i. Se sigue: “Insistencia del día” es una máscara, una especie de ortopedia del habla.

La imagen i en la mente quiere ser impronunciable, es a su vez un resto ( ) y un suplemento ( ): el aire que rodea (i).

Entre yo que escribe (i.e.: quien se arroga la posición de sujeto) y lo que escribe, descansa (duerme) el deseo de escribir.

Es el libro de la esperanza (y la espera), escrito antes de incorporarse por completo, con los ojos de quien sueña.

Distinto, sin embargo, del libro de los sueños.

i es un libro de amor. Del amor entendido como diferencia, que es una forma política de amar.

Existen ciertas utopías:
-dormir “sobre ambas orejas”
-ver el mundo como un proceso de constante formación y destrucción
-la continuidad de las cosas en todas las cosas.

Y algunas frustraciones:
-la necesidad de que la declaración de amor se renueve constantemente
-que no pueda el otro vivir el paraíso que deseo para él.

La escritura de i comenzó hace un par de años a partir de cuatro o cinco versos:

"Se escriben libros para decir que uno está solo en el mundo
que el día se hace más largo cuando uno está solo
se escriben libros para constatar la presencia de las cosas
para decir
estoy por fin conmigo
rodeado por las cosas",

pero concluyó en cuarenta días, dos años más tarde.

El método: escribir por cuarenta días como la primera cosa que haga al despertar (pues toda tarea que se emprenda por cuarenta días queda por siempre).

Como todo libro, i es un libro fundamentalmente incompleto –a lo sumo finge comenzar y terminar–. Alegría: la posibilidad de continuar (viviendo), reescribir, sobreescribir como práctica de una escritura inacabable.

i es una forma incompleta, que podría ser parte de ese libro pura escritura que todavía no es alguno, incansablemente otro; i.e.: el diario abierto, futuro, “no el último, sino el suplementario, el más íntimo y el más querido”.

La escritura que –por demasiado presente– no se puede anhelar o recordar.

462

Al problema de volver a comenzar –ya como futuromanía, ya como condena– corresponde una idea de la vida / de la identidad insatisfecha / fisurada. Solo puedo vivir / decir yo cuando encuentro esa forma brillante / diferente / nueva de comenzar a vivir o escribir: al problema de volver a ser –entre quien no quiere morir y quien no puede hacerlo– corresponde una idea de la vida disciplinada por la práctica de la escritura.
Marty llegó a creer que Barthes consideraba loca a toda persona cuya vida no estuviera disciplinada por la escritura. En otro fragmento escribe: “Su locura era su yo”, la “enfermedad de escribir”.
Nada tiene que ver la manía de la praxis con “estar loco”; en su sentido más simple, ambas locuras se oponen: es loco quien no vive para escribir - la escritura como locura de trabajo impide vivir (desear, amar / ser amado).
La disciplina, sin embargo, no satisface la incógnita de la vida insatisfecha. El problema de volver a comenzar / volver a ser implicaría encontrar una vía de escape a la oposición entre vida y escritura.

Su figura
su poética
es la deriva.

458

Un arte del comienzo:
Reverente tú en mi presencia
Declaro solemnemente que aun en mitad del desierto encontraría yo motivos de amor
Y su último acto de amor fue abandonarme
Llegué a los treinta años sin pene
¿Cómo comenzar?

427

Soñé que estábamos en una casa amplísima. En algún momento te perdí de vista o me perdí simplemente en medio de las incontables habitaciones. Comencé a abrir puertas que conducían a otras piezas vacías en busca de la salida a la calle. Logré llegar a un patio donde encontré a un hombre joven sentado sobre el pasto, llevaba a cabo una tarea que no pude identificar pues se levantó enseguida me vio aparecer, como con una deferencia ancestral frente al extranjero. Me indicó la salida como se lo pedí. Al fondo de la casa, vista desde donde estábamos, tras una puerta con mosquitero vi a un niño de sexo indeterminable sumergido en la luz de la cocina, estaba parado casi de espaldas a mí, mirándome por sobre el hombro. Logré entrar a la casa. En la habitación había una pareja de jóvenes aprestándose a dormir. Apagaron la luz y yo, cuestión extraña, continué allí, de pie, en medio de la oscuridad. Antes de esto habíamos intercambiado algunas palabras, yo era una presencia palpable, no un fantasma, una persona completamente diferente. Un ruido como de uñas arañando una superficie de madera se repetía debajo de la cama, no los dejaba dormir. La mujer se quejaba, encendió la luz. Dentro de la pieza había un mirlo negrísimo buscando la salida de esa jaula, algo así como la libertad, un mundo más amplio. Antes de que ambos entraran en pánico y de paso asustaran al pájaro, me puse de rodillas y le hablé al mirlo, pero sin palabras. Le ofrecí mis manos abiertas, abrí la ventana y el mirlo voló de vuelta a la noche. Luego, otros pájaros comenzaron a salir de los rincones oscuros de la pieza: un gorrión, algunos chincoles, pequeñísimos chercanes, un zorzal; los ayudé a todos a salir por la ventana, pero no alcancé a salir yo mismo cuando desperté. 

~

El proceso fundamental de la actividad onírica consiste en contar los sueños

413

Dilema del monomaniaco: ¿qué repetir ahora?

Volver a comenzar. Encontrar un modo de comenzar que se crea definitivo (el último comienzo que conduzca a la consecución final de la vida), que ocupe el espacio de una verdad última: la escritura de la vida nueva, la utopía del foliolo, el cuerpo abultado: el largo brazo de la semilla que abrasa el sol.

401

A veces me es difícil “dejar ir” las cosas. De ahí un sentimiento de vergüenza. Deseo, entonces, como respuesta definitiva, renunciar a todos y todo, volver a comenzar / renacer. ¿Acaso no se trata, el ejercicio del diario, siempre de volver a comenzar?

397

Sueño que nos bañamos en un río amplio, profundo, atardece. El agua que no vemos se divide cuando nos golpea para volver a unirse más allá, donde la noche comienza.

En el mismo río entramos y no entramos / pues somos y no somos los mismos.

Un cuerpo nunca es idéntico a sí mismo.

Hay un hombre durmiendo detrás de cada arbusto, detrás de cada cosa.

389

19 de octubre.
Desde que comencé este ejercicio la salida del sol se ha adelantado alrededor de 10 minutos.

Ciertos miedos / a la tierra que estremece el suelo que nos sostiene, por ejemplo / la ofrecen de manera inusitada y hermosa.

327

día 10. Una habitación se enciende. Comienza el día.

319

día 2. La escritura del ayuno, la escritura blanca del alba, la que comienza al fondo de las cosas, sonido destinado a perderse con la marcha del día.

241

Esta vez le llevo otros dos libros. Rápidamente los deja a un lado para seguir viendo televisión o jugando. Luego de un rato va a su pieza, se echa sobre la cama y comienza a leer.

201

Y escribí de manera desesperada el libro del despojo, comencé a escribirlo en sueños y, al despertar, ya estaba terminado, como la vida vieja que dormí, plácidamente, por tantos años.

198

Para algunxs el poema se termina en un par de versos por los que se basta a sí mismo. Para otrxs acaba en el punto final, como consecuencia necesaria de la existencia. Para ciertxs poetas, el poema termina una vez cerrado el libro. Habrá otrx para quien se escriba a lo largo de la vida. Para lxs menos, el poema nunca comienza; para estxs poetas imposibles, el poema consiste en encontrar una manera de comenzar.

190

Entrar en lo cotidiano implica despertar. Hay novelas que simplemente no despiertan al tránsito del mundo. Esta, por ejemplo, comienza un día domingo, con toda la modorra de los días domingo, y permanece en ese tiempo, sin avanzar, recostada sobre sí misma.

160

Así como los libros para Mallarmé, las ciudades no comienzan ni terminan, a lo sumo fingen comenzar y terminar.

128

Un libro no comienza, no termina, a lo sumo finge comenzar y terminar.

113

¿Comienza o termina un laberinto?

110

Este es el punto donde comienza nuestra historia. Este otro punto representa el fin.
El segmento en medio es nuestra vida juntos. La imagen de una playa desierta, 24 fotogramas de una película perdida.

103

La cámara comienza con planos bastante cerrados. Hacia el final el plano es amplísimo, como aquel de la fila por el pan en The goat de Buster Keaton.
Todo es muy luminoso. Es muy temprano.

101

Escribir sobre una imagen. Encontrar una imagen y comenzar por ella. Escribir sobre una imagen –sobre su corazón, por ejemplo.
¿Qué podríamos escribir sobre su corazón?
Y su último acto de amor fue abandonarme
O
“That’s the woman of my dreams. That’s who is. And she’s mine. She’s all mine. Forever”
Una imagen para cuando vivamos juntos.

96

Comienzo a escribir: llegué a los 30 años entristecido y mutilado, sin más esperanza que la de una muerte justa…

73

En la micro. Leyendo algunos poemas de Rodrigo. Me asalta de pronto la angustia de comenzar con las filmaciones hoy, montar mañana.
Una idea: repartir Compost. Decir: yo te he contado mi historia, ahora tú cuéntame la tuya.

72

La pregunta que dio comienzo a esta investigación es P. Yo, a su espalda, llevo registro de nuestras reuniones. Quizás el proyecto consista solo en esto: el mero registro de su persona.

61

Almorzamos los cuatro –el padre escarba la tierra esperanzado en encontrar algo, la silla de la hermana ahora la ocupa el sobrino-. No es importante la comida –digamos que es solo pan-. Es difícil comenzar una conversación cualquiera, aunque solo hayamos hablado de cosas sin importancia en nuestras vidas. Todo se reduce a alguna inútil prueba de fuerzas entre mi hermano y yo por la descarada falta de educación del sobrino que come con las manos, desparramando la comida por el suelo. El comedor es una pequeña plaza entre la cocina y la televisión
La mamá manifiesta, como siempre, un cansancio sincero por nuestra actitud y habla de la responsabilidad de los hombres.
Afuera los vecinos, impregnados de espíritu navideño, beben desde anoche en los jardines de la cuadra.

49

Un pájaro se metió por la ventana de la cocina y fue directo a estrellarse con el ventanal. Veo los últimos segundos de su vida, un movimiento nervioso y después comienza a pudrirse.

36

En algún lugar de esta casa comienza la novela. En una ventana, en la habitación de un niño, con el sueño de un niño. Como en la ficción de Eduardo Barrios que describe –a través del enamoramiento de un niño demasiado adulto- el quiebre de la plácida imagen de la infancia que lo conduce a la muerte. Así, la novela comienza con la muerte del protagonista, en algún lugar de esta casa. O, antes, como era mi intención escribir, cuando los ruidos a medianoche lo despiertan y una mezcla de curiosidad infantil y fatalidad le obligan a mirar por la ventana, protegido tan solo por sus ojos, los ojos a manera de escudo de juguete, trincheras hechas para ser vencidas. Por un momento la cercanía con la irrealidad del sueño lo disuaden de la verdad de lo que mira. La piedra, el ladrillo, rápido se aleja de la cabeza del cuerpo tirado en el suelo. Al despertar, la lluvia cubre la ciudad. Un aluvión barrió con toda evidencia del cuerpo muerto, arrastrado hasta el mar. Después el mismo mar desaparece. La catástrofe, de alguna manera, salvó a la ciudad de aquella injuria. Desde entonces, todo comienza a morir. Cristóbal o Agustín, el niño refugiado tras los ojos, ha estado muerto toda la novela.
La novela que comienza en algún lugar de esta casa tratará de encontrar lo inexpugnable en la mirada de los niños.

25

Por supuesto, la novela comienza cuando me voy de esta ciudad.

23

Cuando desaparece el mar comienza la novela. La población emigra, reconstruye como puede –varios intentos individuales, desorganizados- la ciudad en otra ciudad. Por televisión se enteran de la evolución del desastre, de las proyecciones para la flora y fauna de la zona. Las autoridades han declarado peligrosa toda el área, aunque quisiéramos, no podríamos volver allí.

Toda la región es custodiada. Con el tiempo un gran vacío hará la cartografía un desierto y los nombres de cada uno de los lugares desaparecen, se olvidan por un solo nombre, el nombre del desierto.

De aquello Agustín, Paula o Gabriela nada sabrán. Para el tiempo en que se consume este olvido ya estarán muertos, quizás, sus propios nietos. Pero esa no es la novela, la novela comienza cuando desaparece el mar. La historia gira en torno a la explicación científica. La novela termina antes de que todo nombre sea olvidado.

15

Otra puerta esta vez. Blanca sur abierta, dorado cerrojo. Abajo la huella de un pie pequeño, presa de furia infantil. Luz blanca –por el tubo alógeno arriba- resalta la superficie, a pesar de todo, lisa de la puerta. La oscuridad esquiva un triángulo celeste: donde comienza la salida al patio.
Tras la puerta, frente a mí, la proyección de una imagen.

3

Esto que comienza es una carta para ti. Tiene, por tanto, la tardanza y la cursilería que una paloma blanca para mi abuelo. Hay fórmulas, secretos, palabras necesarias.