Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ fotografía

Caminando por una feria de Santiago -entre loza vieja, ollas, sartenes y cientos de utensilios plásticos- encontré 7 ejemplares de Tristura de Floridor Pérez. El tendero me contó que había dado con un montón de copias del mismo libro y que la gente los compraba. No quise indagar más sobre cómo los había obtenido. Floridor ha muerto hace ya más de un año, unos meses antes del inicio de la pandemia.
Recordé que un par de años atrás un amigo me envió una fotografía de unos libros que estaban siendo vendidos en una cuneta del paseo peatonal del centro de Arica, entre los cuales había un par de libros que escribí. La sorpresa, la incertidumbre sobre cómo esos libros habían llegado hasta allí se disipó cuando supe -casi de inmediato- acerca de la muerte de Rodolfo Kahn, otro poeta viejo, a quien una vez visitamos con Daniel y Rodrigo. Es la respuesta inesperada para una pregunta que nunca me había hecho: ¿dónde van a dar los libros de los poetas muertos?

“Siento que tengo que permanecer en lo más alto de mí misma (…) y estar en el camino que me toca vivir (…). Aunque puede ser que un día me quede mirando fijo esa foto y ya nada más me haga salir de este hoyo (…). Puede pasar”.
Mónica Quezada

1972. 7 de diciembre. Desde una distancia de alrededor de 29.000 kilómetros desde la superficie de la Tierra, la tripulación del Apollo 17 en su camino a la Luna toma la fotografía conocida como “The Blue Marble”.
1939-1945. Durante la Segunda Guerra Mundial, las fotografías y videos aéreos se convirtieron en un lugar común en periódicos, revistas y cines. En 1943, la fotógrafa de la revista LIFE, Margaret Bourke-White, se convirtió en “la primera mujer en volar junto a una tripulación de combate estadounidense sobre suelo enemigo”, durante el ataque a Túnez (Olivia B. Waxman. "Aerial Photography’s Surprising Role in History." Time. 31 de mayo de 2018).
1921. 4 de agosto. Comienza el uso de la fotografía aérea para la elaboración de mapas sin fines bélicos, como el mapa de la isla de Manhattan, Nueva York, elaborado a partir de 100 fotografías aéreas capturadas por la Fairchild Aerial Camera Company a una altitud que superaba los 3000 metros.
1914-1918. Durante la Primera Guerra Mundial, la fotografía aérea pronto reemplazó los bosquejos a mano de mapas de los observadores en las operaciones de reconocimiento aéreo del campo enemigo. Hacia el final de la guerra, las imágenes utilizadas para estos mapas (fotográficos) de batalla eran realizadas al menos dos veces al día. Según Paula Amad, en “el apogeo de la guerra, los franceses producían alrededor de 10.000 imágenes por noche” (“From God’s-eye to Camera-eye: Aerial Photography’s Post-humanist and Neo-humanist Visions of the World”. History of Photography. Volumen 36, número 1, p. 69).
1909. En la Exhibición Internacional de Fotografía en Dresden, se realiza una muestra de fotografías aéreas tomadas utilizando palomas mensajeras. Hasta ese momento, su uso era mayormente militar.
1908. L. P. Bonvillain, sobre Le Mans, Francia, tomó la que es considerada la primera fotografía aérea desde un avión, que era pilotado por Wilbur Wright.
1906. En Alemania, Albert Maul tomó una fotografía desde una altura de 792 metros usando un cohete impulsado por aire comprimido. Luego de realizada la toma, la cámara era eyectada en un paracaídas.
1897. La primera fotografía aérea realizada con una cámara montada a un pequeño cohete fue tomada por el inventor sueco Alfred Nobel.
1889. En Labruguiere, Francia, Arthur Batut tomó fotografías aéreas usando un solo volantín.
1882. El meteorólogo inglés E. D. Archibald fue uno de los primeros en tomar fotografías aéreas utilizando una hilera de volantines con una cámara amarrada al último.
1860. 13 de octubre. La fotografía aérea más antigua que se conserva corresponde a una vista de Boston, Estados Unidos, desde un globo aerostático, registrada por James Wallace Black a más de 600 metros de altura.
1858. Gaspard-Félix Tournachon, más conocido como Nadar, tomó la primera fotografía aérea conocida, hoy sin embargo perdida. Era una vista de la villa de Petit-Becetre, Francia, capturada desde un globo aerostático a 80 metros sobre el suelo.
No tengo fotos de algunas personas que han muerto, ni de otras que también quise mucho, ninguna foto de mi infancia. Tengo recuerdos de fotografías que miré durante largo tiempo, reiteradas veces, por lo que creo que podría reconstruirlas, al menos en versiones sin detalles: mi hermana a los 3 o 4 años posando con traje de baño en la playa; mi hermano con el brazo enyesado y polera de Colo-Colo sonriendo con los labios apretados; yo a los 2 o 3 años con chaqueta azul y polera de hilo roja y líneas blancas en el parque japonés; lxs tres con mi hermana y un amigo, abrazados por la cintura frente a la cámara en el patio; mi mamá embarazada de mi hermana o de mí, vestida con una especie de camisón o vestido largo, mirando en dirección contraria al mar, a favor de las olas, seguramente, en El Trocadero.
Como cuando vamos a buscar algo a su lugar habitual y no está. Eso era una foto: la captura de una pérdida.

Dibujar, en este sentido, atrapar al fantasma, funcionaría de una manera distinta, como un trabajo con la melancolía.

Así: trabajar melancólicamente ≠ el trabajo con la melancolía.
Imagino que este último intenta identificar esa ausencia alrededor de la que se expande para entender el regocijo que produce (y también, en el nivel de la representación, evitar las estéticas conservadoras de la nostalgia, como versiones monetizadas de la melancolía).

Creo: atrapar al fantasma como avanzada contra el ego (melancólico). P. ej., no soy lo que he perdido / lo que falta. Tampoco el fantasma.
No tengo ninguna foto de ambxs. No hay imagen ni fantasma. Por esto, durante los últimos días del año y estos nuevos del nuevo año, me he dedicado a dibujar figuras familiares, venidas de la imaginación y la memoria, alimentadas por otras imágenes que recorto de películas, pinturas, fotografías, otros dibujos conocidos.
Leo en una novela que los fantasmas no aparecen en las fotografías porque la placa no era lo suficientemente sensible para capturarlos.

Pero para algunxs, en el pasado, las fotos no hacían sino retratar fantasmas.

Para otrxs la foto era una especie de palimpsesto. Una escritura acumulativa en la que la permanencia de los rastros de escrituras borradas funcionaba como una metáfora precisa de la larga exposición temporal a la que debían someterse lxs retratadxs con los primeros mecanismos fotográficos. Walter Benjamin llegó a hablar de esos retratos como el resumen de un rostro.
Para Nadar o Balzac la foto capturaba (literalmente: atrapaba) las láminas que se desprendían de todos los cuerpos y llenaban el aire. Los aparatos fotográficos -según las supersticiones del XIX- robaban el alma, eran especies de máquinas cazafantasmas.
Alma, imagen y fantasma eran concebidos como filmes, películas, láminas, cuerpos de luz que, capa a capa, conformaban eso que llamamos el cuerpo de otrx, el cuerpo querido, deseado, odiado de otrx, cuya muerte estaba implícita en el desprendimiento cotidiano de las láminas fantasmagóricas, fílmicas, fotográficas que los constituían.
Respecto de los fantasmas, si hay algo cierto es que en el transcurso de dos siglos -que coinciden con la modernización capitalista de las sociedades occidentales- han ido desapareciendo de las fotografías.

557

Entramos. La pieza atiborrada por fotografías de su primo más pequeño, el recién nacido, el recién llegado (como yo) a esta casa.
Fantasmas privados de toda inteligencia deambulan de un lado a otro de la pieza, chocan contra las paredes, van a dar al vidrio de las ventanas como pájaros desprevenidos, se abalanzan contra nuestro cuerpo y lo azotan. Otras imágenes se desprenden y pueblan la bóveda celeste del cielorraso.
De pronto soy yo por un segundo el otro, el sobrino mayor y el sobrino más joven. Ellos son yo mismo y también el otro, en esta cercanía inmensa entre cuerpo y ojo, entre laminilla y laminilla alada, reverberantes en el cielo.

555

Las primeras fotografías tienen la calidad de un palimpsesto. Capturados uno a uno los fantasmas que del cuerpo emanan, esos filmes antes destinados a la superficie sensible de otro cuerpo, abultado de fascinación o envilecido por la envidia, han sido arrebatados por la historia.

554

Se dice que la primera vez que un humano hizo su aparición en una fotografía fue por mera coincidencia. En una vista general del Boulevar du Temple en París, capturada por Daguerre en 1838, se nota la difusa figura de un hombre a quien le están lustrando los zapatos.
Esa imagen demoró entre siete y diez minutos en ser tomada.

552

Entre otras de sus maravillas y peligros, se creía que la fotografía podía arrebatarle al sujeto fotografiado la esencia misma de la vida.
De acuerdo con Balzac, todo cuerpo estaba hecho de fantasmas, múltiples filmes o láminas que a manera de hojas puestas una sobre la otra envolvían un cuerpo ligero como el aire.
A través de la técnica fotográfica, una de esas capas espectrales era capturada para la posteridad, lo que conducía a una inevitable pérdida de ser.

550

“La gente quedó atónita cuando se supo que dos inventores habían perfeccionado un proceso que podía capturar una imagen en una placa de plata. Es imposible para nosotros imaginar hoy la confusión general con la que se recibió este invento, tan habituados a las fotografías y su vulgarización”.
Félix Nadar. Cuando era fotógrafo, 1899.

548

Por su carácter mecánico y la fidelidad con la que reproducía el mundo, según Elizabeth Collingwood-Selby, la fotografía significó para la historia la ilusión de presentar el pasado de manera objetiva, sin las mediaciones de la subjetividad.
La historia, y el historicismo en particular, exigía una escritura fotográfica.

547

O en todos sus detalles.
“Es la diferencia que existe entre las copias daguerrotipadas y las pinturas: estas encierran algo ideal, que es la poesía en el arte, pero aquellas, dando igual importancia a todos los objetos y a todos detalles, no tienen nada de artístico porque solo participan de una rigurosa exactitud”
Joaquín Villarino. “Estudios sobre la fotografía”. Revista del Pacífico, 1860.

546

La fotografía, como imagen fija de las cosas y los seres, representó para la mentalidad del siglo XIX la realización de una utopía.
Según Oliver Wendell Holmes, el daguerrotipo hizo realidad un efímero deseo: hacer permanente lo fugaz, reflejar la realidad como un espejo, fijarla como una pintura: capturar la identidad de las cosas y los cuerpos en su “permanente, substancial verdad” (Branka Arsic. “The home of shame”. Cities without citizens, 2003).

535

Mi tía nos invita a tomar once a su casa para celebrar mi venida, el cumpleaños de mi madre y, en general, que hoy estamos juntos. Están los abuelos, mi tío, mi primo y mi sobrino. Reímos comiendo un pan horneado con gracia. Antes conversamos en el patio sobre los cactus del jardín, comemos frutas maravillosas y mi abuelo nos habla de los pájaros. Del viaje que hizo hace unos años a Cunaco a visitar a unos parientes perdidos. De esa primera mañana en la que el canto de los zorzales le regaló una vida nueva.
Para mí, es difícil escuchar estas historias sin tragarme unas lágrimas de alegría. Él, que resentí tanto durante mi adolescencia por ser un hombre como todos los hombres, se emociona con el canto del zorzal, la timidez del chercán, la vida altiva del tiuque.
Llega mi hermano luego y vemos álbumes de fotos. Descubro mi alegría infantil y se me enciende algo dentro. Después mi hermano cuenta cuando descubrió a mi abuelo entusiasmado viendo videos de las cortísimas faldas de las bailarinas de saya en Youtube y todos reímos.

276

El decorado en las fotos de estudio de fines del XIX.
Veo el retrato de unos hombres sentados sobre esplendorosas sillas en lo que parece ser, a primera vista, un jardín interior (un invernadero). Ramos de flores, guirnaldas decoran las paredes; se entrometen, en medio de sus piernas, maceteros: helechos, diferentes variedades de quiscos, la Mimosa pudica.
No existe naturalidad alguna en esa escena, tampoco en los rostros saturados por la exposición. De ahí cierta distancia, pero la delicadeza de situar, azarosa o estratégicamente, por motivos del más estereotipado convencionalismo o por un derroche de creatividad, esos maceteros sobre el suelo del estudio, al centro de la foto…, como si el carácter mortuorio de tales fotografías no viniera de las vidas para siempre perdidas, sino del énfasis en la dimensión vegetal de la muerte.

188

Recuerdo esa foto quizás perdida, de niña, vistiendo un traje de baño violeta en el Trocadero. Habrá tenido 4 años recién cumplidos, yo quizás 2. Sostiene esa mirada brutal que no comprendo. Imagino que mira la inmensidad del mar mientras la miro, a los niños que juegan en la orilla evitando el agua, advertidos de la basura y los cientos de medusas muertas que de tanto en tanto asolan el litoral. Yo apenas camino o me revuelco en la arena.

186

Una foto antigua. Caminamos por el Valle, me persuado de tomarte de la cintura, aprisionarte bajo mi brazo, pero me detienes exigiendo tu lugar en el mundo. Me invitas a observar allí, entre montañas de frutos secos, tu imagen.

162

Testimonios de la operación Cóndor. Es, para nosotros, obvio que la relación entre una fotografía y su referente no es transparente.
Primera impresión: un uso pobre, ingenuo de la imagen. El uso de las imágenes de archivo en Pedro Chaskel está fundado en la confianza en la foto como prueba de facticidad. El sentido determinante de estas imágenes estaría en el decir que lo representado ocurrió, por lo tanto, la verdad de la fotografía es innegable.
¿Por qué, si todos tenemos este saber sobre las imágenes, se decidió en la película volver sobre este uso sin ponerlo en duda, sin desestabilizarlo?
Participarían tales imágenes de una especial construcción del tiempo: lo imprescriptible. La atemporalidad jurídica que hace al criminal contemporáneo de su crimen hasta el momento de su muerte.
Lo imprescriptible inaugura además la identidad entre testigo y víctima. En la figura del sobreviviente la autoridad del testigo se refuerza con la cualidad de víctima: la experiencia narrada del sobreviviente es, asimismo, innegable.
El registro del testimonio innegable del sobreviviente a través de la fotografía convierte al espectador en un testigo del testigo, en vicarious witness.

142

Existen frases densas, densas y profundas, dolorosas: “No tener la foto de la familia es como no formar parte de la historia de la humanidad”; otras frases pesadas, de bronce esculpidas en los mausoleos de la memoria: “Un país que no tiene cine documental es como una familia sin álbum de fotografías”. Denso y pesado parece ser el estatuto de las imágenes que median entre nosotros y eso que llamamos historia.

116

La Galería Litoral, como muchos otros lugares, reproduce una fotografía del puerto de Antofagasta poco antes de la usurpación. Los chilenos pasan murmurando pequeñas guerras silenciosas.

63

Estoy en el aeropuerto: campos minados, estrictas prohibiciones de tomar fotografías, militares, trabajadores volviendo a sus casas en el sur. Poco antes: Pedro desliza diez mil pesos en mis bolsillos. Por la espalda alguien toca mi hombro. Es la presencia silenciosa de la abuela, que me abraza y me habla al oído. Su secreto es hermoso.