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Entre otras de sus maravillas y peligros, se creía que la fotografía podía arrebatarle al sujeto fotografiado la esencia misma de la vida.
De acuerdo con Balzac, todo cuerpo estaba hecho de fantasmas, múltiples filmes o láminas que a manera de hojas puestas una sobre la otra envolvían un cuerpo ligero como el aire.
A través de la técnica fotográfica, una de esas capas espectrales era capturada para la posteridad, lo que conducía a una inevitable pérdida de ser.