Hacia el año 2011 o 2012, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.

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Hablamos de la muerte a estas alturas
De la noche la noche dinámica
Que descansa su peso en cada rama

Gira en el cielo entre todas las cosas:
En obstinados ojos en el cielo
Ondulado en los dolorosos ojos.

Hijo oscuro es esta noche arrojada
En brazos de todas las cosas.

A estas alturas de la noche hablamos
De la muerte –
 
Tierra negra donde crece
Hecha de sombras
La flor del crisantemo.
El año pasado en vísperas de ese acontecimiento conocido como la muerte de una amiga, soñé que estábamos sentadas frente a un televisor de 14 pulgadas. Alguna escena había concluido y luego apareció el característico ruido blanco -conocido también como nieve- que producía la interferencia o la ausencia de señal en esos aparatos antiguos. Hablamos de lo que habíamos visto supongo. Yo pregunté:
– De que el lenguaje continúe, ¿de eso se trata?
Y me contestó:
– No, no se trata de eso.
– ¿De qué se trata entonces?
– De derribar los muros
– ¿Cuáles muros? –insistí.
Pero no obtuve respuesta.

De noche el viento
Hace girar las hojas del libro
Abierto sobre la mesa.

Pasa por entre las líneas
De texto por entre las letras
Y cada carácter oscuro

Como si acariciara al bagual
Que de pronto se deja aguachar
En medio de la libertad del monte.

Las manos mueven las nubes
No son los ojos. Son las manos
Las que les dan forma
De cúmulo y estrato de gran

Ciudad a lo lejos. Forma incluso
De mano abierta de párpado de
Abrazo. Recuerdo esto hoy que

Blancas huestes se enfrentan
En el cielo. Hoy que animales
De cuerpo caliente huyen

De la piedra labrada la punta
Filosa de la flecha o el proyectil
Que rasga el azul del cielo.

No son los ojos.
Son las manos deseosas
Las que dan forma a las nubes.

Las mullidas manos de un bruto
Que aún no sabe mucho del dolor.

El viento azota las ramas del árbol.

Destellos se desprenden de las hojas
Como lúcidas gotas de luz sus-

Pendidas en el aire. Al atardecer
El movimiento -toda esa violencia

Del viento- se resuelve en sombra.
Cuando llega la noche, en oscuridad.

Claro, esto sucede para quien está
Dentro, refugiado del viento. Para quien

Está fuera solo la violencia sucede.

De las trizaduras en la oscura

Noche

Del tiempo

Aparecen                 sombras

Destellos:

La vida se desprende de la nada.
Los crisantemos florecen en otoño /
dejando a las otras flores disputarse la primavera


Con el tiempo –aunque quizás es así siempre–
El mundo se reduce a una parcela al pedazo
De tierra donde los aromas se entreveran
Con las briznas de pasto. Un mundo rico
Aunque pequeño donde todo está al alcance
De la mano y disponible. Es la riqueza inmediata
De los sentidos en su proximidad con el entorno.

Aquello que llamamos goce juego amor.

Al sonido de la respiración se superpone el trinar de los pájaros; otros ruidos -centelleos, fulgores- que iluminan un rostro. 

A esto llamamos despertar.

Se recupera el sueño y con él, los sueños. Se recupera el sueño y con él, el relato de los sueños. 

Como en esos poemas en los que la nieve parece cumplir la función de reafirmar la magnitud del paisaje: “Blanca de nieve está la lejanía, / blancas de nieve todas las alturas”; después de soñar la mañana quieta es una parcela, un pedazo propio de tierra donde el sol nos ampara del frío.

Cuando no se duerme en cambio –o se duerme apenas– los días son inmensos espacios vacíos, difíciles de contemplar o navegar. Densos, caóticos, profundos mares correntosos en los que todo esfuerzo por nadar es inútil.

El día cuando no se duerme ofrece una verdad distinta. Mientras el sueño funciona como escala de lo real, la vigilia o el insomnio pueden ser un parpadeo a lo inmenso, allí donde por un instante es posible verse en lo que no tiene imagen.

Juana tiene 16 años y mira por la ventana, mientras atardece.
Mira por la ventana sin ambición ni deseos, como -supongo- se aprende a mirar con el paso del tiempo.
Qué mira me pregunto yo ahora, como mirando un río ante el que me rindo a dejar pasar el agua.
De eso se trata -imagino que quiere decirme, en su propio lenguaje silencioso- el acto de mirar.

Una mariposa llega a la ventana. Se deja ver por un segundo y vuela.
Las aves del cielo e insectos voladores como mariposas y chinitas (vaquitas de San Antonio, catarinas) son recibidas con alegría o asombro pues se las considera como portadoras de mensajes, usualmente prósperos, si llegan a ingresar a nuestro espacio cotidiano, la sala donde leemos, la pieza en la que descansamos o la mesa donde nos sentamos.
Ahora bien, una corneja volando a la izquierda en dirección contraria a tu camino puede ser signo de los más grandes pesares, de los peores augurios. Es la imagen del exilio en el Cantar de Mio Cid, por ejemplo.
En algún poema de Louise Glück los pájaros son visitantes burlescos, en Hearth of a dog de Laurie Anderson, las águilas que sobrevuelan el pequeño cuerpo blanco de su rat terrier son el recordatorio -en el mundo post 9/11- de que el peligro "puede venir desde arriba".

Por supuesto son todas supersticiones. Productos de la capacidad humana de fabular.
Aves del cielo e insectos voladores a veces se encuentran, para pesar de los insectos, quienes se convierten en presa, en épocas de escasez.

Dos perras
Alrededor
De su corazón
Dormidas


A menudo se habla
De los ladridos
Cuando se habla
De perros y perras
De su lealtad y fiereza
Como cuando se dice perro
Que ladra no muerde
El perro / es el mejor
Amigo del hombre.

Pocas veces
Se habla del silencio
En el que descansan
Y duermen
Por el que navegan
La mayor parte del día
Y de sus vidas.
La ventana da a un muro alto que entorpece la mirada.

La ventana -antes que al paisaje- está abierta al ruido: al trino

De los pájaros al ruido: de las máquinas

A la rueda -esa otra máquina simple-.

La ventana está cerrada al ojo.

Quizá como la piedra antigua -la piedra
De Seikilos por poner algún
Ejemplo intencionado-
Guarda para sí la música que le acompaña.

Ahora bien / en este mundo de
Comparaciones arbitrarias

No podemos saber qué misterios
Encierra un muro -si acaso algún misterio guarda-
Ni de qué lado / del muro estamos.

Un objeto fascinante es el que atrapa la mirada de manera irresistible y, en ese mismo movimiento, / aleja el mal / nos mantiene protegidos

Movidas por los hilos
Que el titiritero pulsa
Las marionetas bailan
Con gracia cercana
A la vida

-Von Kliest diría
: a la inocencia-.

Nosotros miramos
El movimiento
De las marionetas
Suspendidos
Entre nuestro destino
Próximo: algún edificio
De oficinas; y la
Fascinación

Que producen las ex
Tremidades esos
Reflejos de la luna
En las aguas del río
Representaciones
De la vida / después
De la muerte.

Vivos e inertes tan pronto
Tocan la maleta esos
Cuerpos de madera bailan
En el aire suspendidos

De nuestro deseo
Más inmediato
De bailar sin motivo
En medio de la calle.

Junto a ellas
Se mueven los ojos
Al menos por un rato
Atrapados por los hilos
Que el titiritero tensa y suelta.
OCULTAR EL CUERPO

Utilizando la forma 
De la grieta 
Para darse forma
¿Tras de qué grieta 
Continúa el cuerpo 
Como grieta?

El accidente 
Geográfico 
De la columna 
De montañas 
Así tan inmenso

Sublime 
Se hubiese dicho
Hace dos siglos

Irremontable
Como el cuerpo
Con el que coincide
Y en las grietas 
Busca forma.
Algunas palabras adquieren un sentido preciso y urgente en la boca de ciertas personas.
La palabra hambre, por ejemplo, que no llena la boca de nadie que la pronuncie honestamente.

Las metáforas –aunque idénticas- difieren si pastan en uno u otro campo.

En “Idea de la lingüística” de F. S. Astaburuaga, se dice de la Gramática comparada de Bopp, que es una "guía luminosa para echarse en el campo de la investigación y clasificación del habla humana".

La investigación del habla humana es un campo / verde en el que el sujeto se tiende calma, bucólicamente a mirar el cielo.

En Stone Butch Blues de L. Feinberg, ellx niñx en su vagabundaje infantil da con un campo en el que retoza y se revuelca bajo el cielo

azul
como un
crayón
azul.

En ese momento, humedecida la espalda, siente el abrazo de la naturaleza que no encuentra ninguna falta que reprocharle.

Quizás, en lugar de pensar en elegir entre una u otra, el asunto se trate simplemente de una disposición ante las imágenes pues, si el lenguaje es un camino, las ideas de destino o paisaje son determinadas por el deseo.
No hay palabras para describir
La opresión del presente 
Pero quizás algunas 
Palabras del pasado sirvan 
Para dar al menos una idea.

Se han dicho entre otras: sacrificio segregación guetificación  apartheid deshumanización genocidio campo de concentración campo 

De rosas

Un ejercicio imaginativo 

Una rosa no es una rosa
Menos 

La rosa que crece 
-Protegida por otras rosas y espinas-
A ras de suelo

Una rosa no es una rosa
Así como la rosa 
De pétalos oscuros
No es el oscuro 
Corazón de la tierra

[plano detalle]

Cae la lluvia sobre el rosal.

Una gota estremece un pétalo.

Otras gotas golpean. 

El oscuro carmesí.

Incarnadine (del francés 
Incarnadin Incarnatus en latín)
Es según el diccionario Collins 
Una palabra literaria o arcaica 
Es decir: una palabra en desuso
Para referir al color rojo oscuro
Parecido a la carne.

¿Son los golpes de la lluvia 
Causa de los cardenales
-Moretones se dice en CL-
De la rosa? 

O dime

¿En un mundo de música
Es la rosa instrumento de la lluvia?
En un mundo indiferente
¿Será acaso su voz?
Pietà [pjeˈta] (piedad)

Suspendido en el aire
Abrazado por la caída
Que es una madre dulce
Sueña dormido pues
Otro de los obsequios
Del mundo es la posibilidad
De soñar despiertos.

Está bien / son los sueños
Naves que nos llevan
A nuestro destino ideal.
Así como un cuerpo tendido
-Un tronco un remo los restos
De un naufragio- puede ser
Nave de nuevos anhelos.

Está bien está bien
Tocará ahora ponernos serios

Es dolorosa la desgracia
Humana es motivo de rabia
Angustia e indignación
Y en el mejor de los casos
Los poemas son injustos

Tradicionalmente / dispositivos
De disciplinamiento aparatos
Judiciales. Somos nosotros quienes
Apostamos demasiado a su cierto
"Coeficiente emancipatorio" demasiado

Al inmediato placer
De leer y escribir.
language is a map of our failures. Adrienne Rich

El 23 de octubre de 2023 -día en el que cumplí cuarenta años- una bomba mató a la familia de un niño de diez, en la franja de Gaza al otro lado del mundo.
A niños y niñas como él, se los identifica con el acrónimo WCNSF: Wounden Child, No Surviving Family. Niño herido, sin familiares sobrevivientes.
"No hay lugar más solitario en el universo que alrededor de la cama de un niño herido sin familia que lo cuide", había declarado unos días antes el doctor Abu Sittah.
Construimos nuestras historias -personales y colectivas- alrededor de vacíos. Contar una historia dijo Laurie Anderson es olvidarla. Pero, ¿a qué se refería?, pues -muy acostumbrados al efectismo discursivo- nos quedamos a veces en el lenguaje y olvidamos las cosas del mundo, las experiencias particulares de quienes hablan, testimonian o escriben.
Laurie Anderson hablaba del recuerdo de cuando estuvo internada en el pabellón de niños de un hospital a los 12 años por una lesión a la columna tras un accidente en la piscina. En específico, enfatizaba en los detalles a los que volvía como recursos narrativos, cada vez que contaba la historia a esta u otra persona; detalles que reforzaban la propia imagen o su personalidad.
En una de esas ocasiones, recordó un detalle olvidado que la retrotrajo a la experiencia vivida (it was like I was back in the hospital): el sonido del pabellón en las noches; el sonido que hacen los niños que están muriendo.
Escribir en el mundo -hoy ayer mañana- es escribir alrededor de vacíos y olvidos; a partir de la experiencia propia pues parece impracticable hablar por los demás sin caer en el efectismo discursivo que oculta las cosas y las vidas hasta hacerlas desaparecer (en el léxico deshumanizador, en un acrónimo, en una bonita historia de superación).
Sería incorrecto decir:
Se hunde en la negra noche
Naufraga en el mar más oscuro
Se pierde en la sombría espesura.

Entre tantas cosas, sin duda un árbol
No es parecido al niño o el loco
Que desviándose del camino se pierde

Ni un tronco es similar a una embarcación
-Aunque tradicionalmente sean
Los árboles / madera
De travesías y aventuras-

Son cosas que se dicen en poemas / cosas
Que surgen cuando hablamos desde el entusiasmo.

Sucede que hoy hemos estado por largas horas
Mirando el viento golpear las hojas de la Melia
-Conocido también como árbol de los rosarios-
Y nos ha encontrado la noche.

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