Hacia el año 2011 o 2012, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.

Mostrando entradas de mayo, 2024

La ventana da a un muro alto que entorpece la mirada.

La ventana -antes que al paisaje- está abierta al ruido: al trino

De los pájaros al ruido: de las máquinas

A la rueda -esa otra máquina simple-.

La ventana está cerrada al ojo.

Quizá como la piedra antigua -la piedra
De Seikilos por poner algún
Ejemplo intencionado-
Guarda para sí la música que le acompaña.

Ahora bien / en este mundo de
Comparaciones arbitrarias

No podemos saber qué misterios
Encierra un muro -si acaso algún misterio guarda-
Ni de qué lado / del muro estamos.

Un objeto fascinante es el que atrapa la mirada de manera irresistible y, en ese mismo movimiento, / aleja el mal / nos mantiene protegidos

Movidas por los hilos
Que el titiritero pulsa
Las marionetas bailan
Con gracia cercana
A la vida

-Von Kliest diría
: a la inocencia-.

Nosotros miramos
El movimiento
De las marionetas
Suspendidos
Entre nuestro destino
Próximo: algún edificio
De oficinas; y la
Fascinación

Que producen las ex
Tremidades esos
Reflejos de la luna
En las aguas del río
Representaciones
De la vida / después
De la muerte.

Vivos e inertes tan pronto
Tocan la maleta esos
Cuerpos de madera bailan
En el aire suspendidos

De nuestro deseo
Más inmediato
De bailar sin motivo
En medio de la calle.

Junto a ellas
Se mueven los ojos
Al menos por un rato
Atrapados por los hilos
Que el titiritero tensa y suelta.