Hacia el año 2009 o 2010, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.
Pasa una semana y despierto sobre mi colchón por unos gritos a las 8 de la mañana de un día domingo. Es la mujer sola que llama y llora por alguien, vagando por las calles del centro.