De noche el viento
Hace girar las hojas del libro
Abierto sobre la mesa.
Pasa por entre las líneas
De texto por entre las letras
Y cada carácter oscuro
Como si acariciara al bagual
Que de pronto se deja aguachar
En medio de la libertad del monte.
En el Otoño de la Edad Media, Johan Huizinga refiere diversas anécdotas de manifestaciones colectivas de llanto / movidas por la palabra de predicadores cuyos sermones eran seguidos de pueblo en pueblo -sin escatimar lágrimas ni las muestras más exageradas de contrición- por multitudes ávidas de alimento para el alma.
Por supuesto, sabemos de anécdotas como estas por medio de la escritura / de obispos y cronistas. No son estos / testimonios, sino formas (institucionales) de la escritura de la historia en las que la hipérbole permite la creación de sentido. Dice Huizinga: “Las cosas, desde luego, no pasaron así”, sin embargo, “la palpable exageración revela una base de verdad”: en un periodo atravesado por “la veneración religiosa” y sus prácticas públicas, esta propensión a las lágrimas (consideradas “buenas y honorables”) parecería “del todo natural”.
Tanto en Alcarràs como en Estiu 1993, películas de Carla Simón, los personajes lloran.
Pero antes que exageradas escenas de llanto y sonoros sollozos, las lágrimas aparecen como momentos de montaje, imágenes de corte o culminación que desestabilizan la construcción narrativa: así como si, sin previo aviso, el mantel de la mesa familiar fuera retirado con violencia por unx de sus comensales.
En este sentido, las lágrimas desvelan algo insuficientemente velado, siempre palpable, invisible por evidente: el duelo de una niña / el dolor de un padre / como eje de la escena / craquelada de la familia de raíz campesina en un mundo que -transformando sus formas de producción- derriba las representaciones que permitían tipos de identificación colectiva como la familiar y la del campesinado.
Este pareciera ser el fondo de verdad del llanto en Estiu 1993 y Alcarràs. Sin embargo, antes que llantos individuales, “personales”, vividos en silencio por una u otro, las lágrimas en estas películas aparecen entre brazos cariñosos en una escena de juego o ante los ojos de unos adolescentes que ven los de su padre fuertemente llorando.
Las lágrimas son una experiencia colectiva / de reencuentro frente a lo que de otro modo no sería / sino la destrucción del mundo y su memoria.
De esta papa de este bulbo
Espero un campo de rosales un
Cementerio erguido
La calavera de tu madre
Y la mía juntas para
Pasar la tarde
A la sombra de la flor
Enamoradxs
De la pobreza de lxs otrxs
De esta papa
De este bulbo espero
Un bosque armado.
Parece
A veces
Que el mejor lugar
Para el sujeto
Para mí
Es allí donde
No se escribe
Donde
Se participa del lenguaje
De manera tenue
Y pasajera
Cuando nada
Realmente
Pesa o pasa.
Un picaflor chico pasa volando y se pierde en la copa de un árbol. Es domingo, temprano en la mañana, y no puedo evitar pensar que es el espíritu del árbol que nos saluda. Como dije: es temprano, todavía tengo sueño.
Sentado, veo por el rabillo de un ojo pasar la luz sobre cada cosa mientras trabajo. Por el rabillo del otro / veo el movimiento de las sombras sobre cada cosa,
sentado: tradicionalmente, las habitaciones son la representación de un viaje.
Del otoño el diario pasa al invierno, parece saltarse la primavera y ya es verano: el último o el primer día del año.
En esos vacíos, la vida no deja de pasar, escrita en caracteres blancos.
La escritura, su presencia, mi presencia se cuidan la una a la otra. Me cuido de reducir al máximo el ruido de mis pasos, practicar una presencia leve y respetuosa cuando duerme, que es la mayor parte del día. Hace un tiempo me había pasado que al verla en la calle a distancia, arrojada, tuve un sobrecogimiento: estaba allí, con toda la fragilidad de su cuerpo pequeño. Ayer me pasó cuando después de comer me hizo fiesta, se acercó simplemente para que la acariciara, y sentí algo que puedo llamar ternura. Entiendo que es muy difícil volver cuando se toma este camino: el camino del cuidado mutuo; pero también que no es necesario volver.
Pasamos mayormente en la cocina, acompañados de los amigos nuevos y los amigos muertos, de los viejos amigos y los recién nacidos, de todos los amigos posibles alrededor de un gesto, alrededor de la cornucopia de hojas verdes y champiñones donde el sol descansa.
Descansa, es un decir, es invierno y llueve, pero así se siente.
Paso la hoja y tiernamente siento su calor en las yemas de los dedos, toco la página, el relieve que la tinta acentúa para formar una palabra u otra (esa palabra sin sentido, silenciosa como piedra), rozo la cicatriz de la página, el tatuaje de la página, su mejilla.
Dentro de la boca, cuando se juntan los labios, la lengua toca el paladar cerca de los dientes y ondea:
como una planta submarina
como un fuego
una bandera.
“Siento que tengo que permanecer en lo más alto de mí misma (…) y estar en el camino que me toca vivir (…). Aunque puede ser que un día me quede mirando fijo esa foto y ya nada más me haga salir de este hoyo (…). Puede pasar”.
Mónica Quezada
El verbo to draw se utiliza cuando se dice: “tensar” el arco, “desenfundar” una pistola, “pasar” la mano por una superficie (el dedo por la mesa, la mano por la frente) y también para “dibujar”. To draw, según le escuché alguna vez a una profesora, es ese gesto que indica el movimiento del brazo / que se separa y vuelve al cuerpo.
Todo todo
Pasa en medio
De la fiesta.
De pronto no
Estamos alguien
Pregunta por nosotros.
Es lindo escuchar
La música
Apagándose a lo lejos.
Hoy pasó algo hermoso. El primer
impulso fue correr / a escribirlo pero
me detuve. Tanto por
la modorra de la mañana del domingo como por-
que estas cosas pasan todo el tiempo
y nadie las cuenta las escribe o las
registra y está bien.
El resplandor / el momento brillante de la vida, por el que decimos: esta persona estuvo viva / vivió / vive en mi memoria.
Todos alguna vez hemos sido reflejados por el rostro de otro. Pasamos por un momento a ser ese gesto, el movimiento de ese cuerpo distinto / que se aproxima.
En ese momento, dejamos de ser nosotros (la imagen que tengo de mí para mí) para ser un cuerpo que se aproxima: el gesto que proyecta un rostro sobre otro.
Pongo una taza de garbanzos a remojar y trato de dormir.
A medida que la noche llega y pasa, uno a uno, los garbanzos se abren bajo el agua y suenan / como una lentísima cuenta regresiva hacia el alba.
Tras su muerte el muerto pasa a ser parte de la familia, parte de la muta, parte / de la manada. Tras su muerte el muerto pasa a ser propiedad de la manada, pierde toda individualidad, pasa / a ser parte también de la tierra, crece en los hierbajos, se integra al cuerpo del gusano, al cuerpo de la papa y el grano.
Y está el poema que no escribo. Porque los poemas a veces se parecen a los sueños y los sueños, me han dicho, son deseos cumplidos.
Retardo la escritura del poema. Me quedo despierto a medias, para dejar la vida abierta, una ventana abierta, un ojo / permanentemente abierto. Para que todo pase. Para que nada pase / inadvertido.
Veo capas
alineadas
con la línea
del ojo
las hojas
del plátano
oriental
sus frutos
y vilanos
un brote
de nubes
en el cielo
veo líneas
sobre un plano
luminoso
cuando
todo pasa
de inmediato
inadvertido.