Le veo ir y volver del sueño esta mañana. La luz del sol entra por la ventana e ilumina ese espacio en el que duerme tirada en el sillón. Imagino un punto de vista más amplio. En el que los movimientos de su nariz al olfatear el sueño son imperceptibles. Un punto de vista preexistente a la mirada humana. Donde el día y la noche forman parte de una misma vibración. Veo la luz ir y volver sobre un complejo de puntos blancos y grises, tonalidades claras y oscuras. Mantos de luz y sombra que el viento mueve. Es la respiración del mundo, me digo, su sueño.
Diferente al vuelo
De los pájaros
Tras el estallido
De una bala
-"Trueno terrestre",
En el
Orlando
Furioso- es el baile
De los estorninos.
Sobre la página
Diferente es también
El vuelo / migratorio
De las palabras
Imaginado
Entre las líneas
Y sus márgenes
Blancos.
El año pasado en vísperas de ese acontecimiento conocido como la muerte de una amiga, soñé que estábamos sentadas frente a un televisor de 14 pulgadas. Alguna escena había concluido y luego apareció el característico ruido blanco -conocido también como nieve- que producía la interferencia o la ausencia de señal en esos aparatos antiguos. Hablamos de lo que habíamos visto supongo. Yo pregunté:
– De que el lenguaje continúe, ¿de eso se trata?
Y me contestó:
– No, no se trata de eso.
– ¿De qué se trata entonces?
– De derribar los muros
– ¿Cuáles muros? –insistí.
Pero no obtuve respuesta.
Las manos mueven las nubes
No son los ojos. Son las manos
Las que les dan forma
De cúmulo y estrato de gran
Ciudad a lo lejos. Forma incluso
De mano abierta de párpado de
Abrazo. Recuerdo esto hoy que
Blancas huestes se enfrentan
En el cielo. Hoy que animales
De cuerpo caliente huyen
De la piedra labrada la punta
Filosa de la flecha o el proyectil
Que rasga el azul del cielo.
No son los ojos.
Son las manos deseosas
Las que dan forma a las nubes.
Las mullidas manos de un bruto
Que aún no sabe mucho del dolor.
Se recupera el sueño y con él, los sueños. Se recupera el sueño y con él, el relato de los sueños.
Como en esos poemas en los que la nieve parece cumplir la función de reafirmar la magnitud del paisaje: “Blanca de nieve está la lejanía, / blancas de nieve todas las alturas”; después de soñar la mañana quieta es una parcela, un pedazo propio de tierra donde el sol nos ampara del frío.
Cuando no se duerme en cambio –o se duerme apenas– los días son inmensos espacios vacíos, difíciles de contemplar o navegar. Densos, caóticos, profundos mares correntosos en los que todo esfuerzo por nadar es inútil.
El día cuando no se duerme ofrece una verdad distinta. Mientras el sueño funciona como escala de lo real, la vigilia o el insomnio pueden ser un parpadeo a lo inmenso, allí donde por un instante es posible verse en lo que no tiene imagen.
Una mariposa llega a la ventana. Se deja ver por un segundo y vuela.
Las aves del cielo e insectos voladores como mariposas y chinitas (vaquitas de San Antonio, catarinas) son recibidas con alegría o asombro pues se las considera como portadoras de mensajes, usualmente prósperos, si llegan a ingresar a nuestro espacio cotidiano, la sala donde leemos, la pieza en la que descansamos o la mesa donde nos sentamos.
Ahora bien, una corneja volando a la izquierda en dirección contraria a tu camino puede ser signo de los más grandes pesares, de los peores augurios. Es la imagen del exilio en el Cantar de Mio Cid, por ejemplo.
En algún poema de Louise Glück los pájaros son visitantes burlescos, en Hearth of a dog de Laurie Anderson, las águilas que sobrevuelan el pequeño cuerpo blanco de su rat terrier son el recordatorio -en el mundo post 9/11- de que el peligro "puede venir desde arriba".
Por supuesto son todas supersticiones. Productos de la capacidad humana de fabular.
Aves del cielo e insectos voladores a veces se encuentran, para pesar de los insectos, quienes se convierten en presa, en épocas de escasez.
Después de tomar la decisión de no escribir. El diario va adquiriendo modos nuevos.
Aparece la nota en la mente, se delinea y define, encuentra su forma de imagen y pasa / indiferente a la fijación de la escritura. No deja huellas
sino estas y el silencio
los espacios blancos
y los saltos de tiempo.
Una gaviota sobrevuela
La superficie del mar
De Antofagasta
Se eleva su sombra con
La sombra de la ola
Que de lejos parece
Un reflejo más del cielo
Espuma de la playa
Las nubes blancas
Sombra de nieve
(Sobre el campo-
Santo sobre el macro-
Campamento).
Ese lugar [la lectura] en el que se acumula todo lo dicho
En los conchales los grandes mares de blanca espuma
Aquel lugar en el que todo lo dicho encalla
Nada está olvidado
Ni la violencia ni el odio
sone ante el limite de la playa con un mar de letras y palabras alfabetos e idiomas desconocidos para mi declaraciones de propiedad amor y odio la espuma era el espacio blanco de las orillas de la gran pagina cuerpos malheridos por una u otra letra estaban tumbados sobre la arena con arena en los dientes y entre las unas llena de arena la herida donde algun acento circunflejo cedillas y tildes desprendidas permanecian incrustadas yo era alli otro herido otro perdido mas
no hay continuidad entre contenido y lectura /
e.g. una forma de leer es no leer.
un zorrillo un guanaco una cuca
blindados blancos
tres carros policiales blindados blancos.
la luna se refleja sobre lagos y lagunas
sobre el mar sobre toda otra masa
mayor o menor de agua.
en el charco
en el vaso
la luna blindada.
Del otoño el diario pasa al invierno, parece saltarse la primavera y ya es verano: el último o el primer día del año.
En esos vacíos, la vida no deja de pasar, escrita en caracteres blancos.
Junto al cráneo
del perro la calavera
humana blanca
asexual
paradigmática
dentro
en el vacío que el lodo preserva
piedra de los sueños
flor calcárea
una brizna de hierba.
Un sueño. Una pesadilla.
La pieza. Domingo. Ocupado en mis propios asuntos: los asuntos del cuerpo; los asuntos de la imagen. Fascinado por las grietas que las imágenes
(azules de la desnudez,
blancas del camuflaje)
proyectaban sobre mi cuerpo: tomado mi cuerpo entre mis propias manos como objeto propio.
Por la ventana, primero, la mamá, segundo, la hermana grande hablaban acerca de mi desarrollo, mis nuevos gustos, reían sin tomarme en serio. Y yo refunfuñaba y hacía pucheros. Y yo me volvía bolita y me tocaba cada parte del cuerpo mientras las miraba por el rabillo del ojo a modo de venganza. Pero era tierno para ellas.
Decir:
crezco alrededor de la piedrecilla
incrustada
suave tejido de la piedra lisa
y oscura.
Decir:
es una piedra doble
hermosa perla negra
rugoso endurecimiento opaco.
Decir:
crezco de una piedrecilla
de limón
de durazno una piedrecilla
de mango el hueso
duro que contiene
todo lo blanco.
Decir:
soy esta piedra cálida
la sombra de un fuego.
Decir:
incandescente
piedra de pira
compañera de quien amo.
La tercera y última lechuza blanca que vi fue en uno de los últimos días de escuela que, paradójicamente, era una noche en la que celebramos la graduación de octavo. Más allá, siguiendo la calle de abajo unas esquinas más allá estaba la casa de Helena, cruzando la calle, las casas del Belga, de Juanito, de Cristián, de Carlitos, más lejos -donde la calle en los días ventosos fundía sus límites con el desierto- la jaula de Alejandro. A quien traté muy mal pues éramos ambos demasiado pálidos.
Entre las instrucciones de lectura del libro fantasma, Chiwüd o Yarken, la fundamental sería: escribe una página diaria.
Pues frente a una página en blanco, leer es igual que escribir.
Durante la madrugada del lunes 19 de abril de 2021, el helicóptero Ingenuity Mars se convirtió en la primera aeronave con motor en realizar un vuelo controlado en la superficie de otro planeta. Un pedazo de tela del Wright Flyer, primer avión en emprender vuelo sobre la superficie terrestre en diciembre de 1903, está integrado en su estructura.
Subió a una altitud de tres metros y mantuvo un vuelo de 39 segundos. La primera imagen del Ingenuity recibida en la NASA fue una imagen fija en blanco y negro que apuntaba hacia abajo de manera vertical; en esta es posible ver la propia sombra del helicóptero reflejada en el suelo de Marte.
La escritura de la lechuza en medio de la noche es blanca como los fantasmas.
La lechuza blanca, lechuza de campanario, chiwüd o yarken vive en Chile desde el norte chico hasta el cabo de Hornos. Se alimenta de roedores, del ratón de cola larga entre ellos, y anfibios. Es un ave de hábitos nocturnos. Recuerdo de niño, en más de una noche, exactamente 3 noches distintas, haber visto su cara blanca enfrentándome en la copa de un árbol en medio del desierto de Atacama. Hoy sé que es improbable. Así como sé que decir un árbol en medio del desierto de Atacama es decir una ciudad / y que las raíces del tamarugo llegan a los 8 metros.