Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ leer

Pietà [pjeˈta] (piedad)

Suspendido en el aire
Abrazado por la caída
Que es una madre dulce
Sueña dormido pues
Otro de los obsequios
Del mundo es la posibilidad
De soñar despiertos.

Está bien / son los sueños
Naves que nos llevan
A nuestro destino ideal.
Así como un cuerpo tendido
-Un tronco un remo los restos
De un naufragio- puede ser
Nave de nuevos anhelos.

Está bien está bien
Tocará ahora ponernos serios

Es dolorosa la desgracia
Humana es motivo de rabia
Angustia e indignación
Y en el mejor de los casos
Los poemas son injustos

Tradicionalmente / dispositivos
De disciplinamiento aparatos
Judiciales. Somos nosotros quienes
Apostamos demasiado a su cierto
"Coeficiente emancipatorio" demasiado

Al inmediato placer
De leer y escribir.
Soñé con un poema que leí antes de dormir. Vuelvo a tomar el libro por la mañana, con los delicados dedos del sueño.

En estas circunstancias acotadas y específicas, despertar es la continuidad entre poema y sueño.
En All The Beauty And The Bloodshed no hay lágrimas.
Nan Goldin en un momento filma a sus padres viejos. Leen frente a la cámara una cita de El corazón de las tinieblas de J. Conrad. Esta cita era la preferida de su hermana Barbara, quien tras vivir parte de su infancia y adolescencia en orfanatos y otras instituciones se suicidó antes de convertirse en una mujer adulta. Nan Goldin dice que la falta de un espacio en el que desenvolverse y ser aceptada detonó su muerte.
Nan Goldin no transmite tristeza. Hay algo concreto en sus palabras. Sin justificar nada, dice sobre sus padres, como si dijera una verdad simple y cotidiana:

Ellos no estaban preparados para ser padres, eso es todo.

Tal vez detrás de esta especie de sentimiento de lo irremediable brille una verdad tenue (y transformadora): para que las imágenes aparezcan, es necesario ver a lxs que están cerca.
el agua se escurre hacia los espacios inundables. el agua de unos ojos.
el acto de leer se me aparece de pronto como la imagen del proceso por el cual
el agua inunda los territorios bajos. el bajorrelieve que rodea las letras las palabras
y su articulación sintáctica. el bajorrelieve de lo no dicho. de la ideología
como matriz oculta [pues nadie
estará dispuesto
a reconocerse como
ejerciendo poder / pero generalizamos
usamos el recurso al halago adversativos y calificaciones.

silencios generalizaciones negaciones adversativos frases calificativas
aparecen como las grietas por las que el agua se cuela dentro
de la flota de discursos la goleta de la frase bienintencionada el bote
la balsa el leño de quien se salva solx.

si las palabras son botes / si las palabras transportan / contienen mercancías
cuando leemos las palabras naufragan

no hay continuidad entre contenido y lectura /

e.g. una forma de leer es no leer.

un zorrillo un guanaco una cuca

blindados blancos

tres carros policiales blindados blancos.

la luna se refleja sobre lagos y lagunas
sobre el mar sobre toda otra masa
mayor o menor de agua.

en el charco
en el vaso
la luna blindada.

Leo bajo el sol y conmigo lee la perra los mensajes de la hierba, la lengua de los chincoles y las raras, no poco frecuentes en el litoral, el ruido de sirenas y bocinas lejanas transportado por el viento. Todo se confunde entre briznas polen y semillas que abren surcos en la materia del aire. De la boca de la a, de la abierta boca de la u que aúlla al cielo, escucho el sonido de las hojas, el sol entre las hojas, su sombra sobre la hierba.

En silencio
Leo mientras ellas duermen
-Cuando San Ignacio de Loyola
Dice ellas se refiere a las lágrimas-

El silencio es una línea
Cabalgada por los ojos
Una cabalgadura 
Disponible 

Para las que duermen
Para el que se desvela.

En el discurso de aceptación de su derrota -una derrota que es para él, como dijo, una victoria, entre otras cosas porque en comparación con los 522.946 votos que obtuvo en la elección presidencial anterior, en esta segunda vuelta tres millones y medio de personas votaron por él-; en el discurso de aceptación de su derrota se tomó el tiempo de agradecer a las mujeres que participaron de su campaña, nombrando e individualizando a algunas, tras hacer un uso intencionado de una retórica misógina, homofóbica y transodiante durante los meses anteriores a su campaña. Entre ellas nombró a su esposa (“el necesario complemento”, dijo) y, luego, a su familia.
Se emocionó -se le quebró la voz, asomó alguna lágrima- al aludir a su esposa y sus hijos.
En la segunda vuelta hubo un intento de moderación de su discurso, un paso “al centro” que se materializó en la incorporación de algunas mujeres a la campaña, de algunos gestos de reconocimiento condescendiente a algunas colectividades y comunidades políticas: en el discurso de cierre de campaña se vieron un par banderas LGBTIQ y una bandera mapuche, efectivamente dispuestas entre otras banderas del nacionalismo y aquellas con su nombre -todas parecidas, todas homogéneas, producidas en serie-.
Pienso que esa emoción -esa muestra de humanidad ante lo que considera bueno y justo: la familia- debe ser leída en este contexto, como una operación entre otras (la moderación del discurso; el uso superficial de símbolos colectivos y comunitarios; el reconocimiento retórico del trabajo de las mujeres) pertenecientes a una estrategia política meditada pues es cierto, aunque perdió ganó y esa ganancia está -como una herida- abierta.
He estado cuidando de J., durante los últimos días hasta el miércoles. Hoy se me quedó mirando por largo rato. Yo estaba atrapado en pensamientos sobre el pasado y el futuro, seguro de que su presencia allí a mi lado desmerecía mi atención. Pero tuve que voltear a verla hasta por fin reconocer el motivo de ese comportamiento. Una de sus patas estaba fuera del chaleco que la cubre del frío, lo que le produce -por supuesto- incomodidad.
He aprendido -me digo: solitario espectador de este monólogo-, durante los últimos días en los que mi vida se organiza alrededor de su comida y los necesarios paseos al cerro o el parque, la importancia de estar presente y disponible, la importancia de aprender a reconocer las necesidades de lxs otrxs, pero también que es importante destinar tiempo para unx mismx: tomar desayuno, darse una ducha luego de darle su comida; descansar en silencio tras los paseos; leer y escribir, pues estas pueden ser también prácticas de cuidado.
En Heart of a dog, Laurie Anderson insiste en que contar una historia es olvidarla. Imagino entonces una manera de leer entre líneas, en los márgenes de los libros y sus páginas de respeto.
Paralela al método benjaminiano (leer lo que nunca ha sido escrito), a partir de esto (de hoy), la lectura se transforma en un acto de esperanza, en una forma de justicia.
Entre las instrucciones de lectura del libro fantasma, Chiwüd o Yarken, la fundamental sería: escribe una página diaria.
Pues frente a una página en blanco, leer es igual que escribir.
Leo en una novela que los fantasmas no aparecen en las fotografías porque la placa no era lo suficientemente sensible para capturarlos.

Pero para algunxs, en el pasado, las fotos no hacían sino retratar fantasmas.

Para otrxs la foto era una especie de palimpsesto. Una escritura acumulativa en la que la permanencia de los rastros de escrituras borradas funcionaba como una metáfora precisa de la larga exposición temporal a la que debían someterse lxs retratadxs con los primeros mecanismos fotográficos. Walter Benjamin llegó a hablar de esos retratos como el resumen de un rostro.
Para Nadar o Balzac la foto capturaba (literalmente: atrapaba) las láminas que se desprendían de todos los cuerpos y llenaban el aire. Los aparatos fotográficos -según las supersticiones del XIX- robaban el alma, eran especies de máquinas cazafantasmas.
Alma, imagen y fantasma eran concebidos como filmes, películas, láminas, cuerpos de luz que, capa a capa, conformaban eso que llamamos el cuerpo de otrx, el cuerpo querido, deseado, odiado de otrx, cuya muerte estaba implícita en el desprendimiento cotidiano de las láminas fantasmagóricas, fílmicas, fotográficas que los constituían.
Respecto de los fantasmas, si hay algo cierto es que en el transcurso de dos siglos -que coinciden con la modernización capitalista de las sociedades occidentales- han ido desapareciendo de las fotografías.
¿Cómo serían todos esos libros, largos o breves, más o menos alejados de la estética del tiempo: de frase corta, verbo simple, autocentrados y nostálgicos; escritos en el umbral de la muerte?, ¿reafirmarán la ideología familiar, cada uno idéntico al otro, el discurso heterosexual y sus universalismos?, ¿serán legibles en serie, articulados por clase social y año?, ¿aparecerá el país, el continente, la lengua y bajo qué signos?, ¿quiénes los leerán una vez muertxs también sus herederxs?, ¿anunciarán ellos las nuevas formas de una justicia excéntrica?

998

Soñó sobre su cama
Como todos soñamos
En camas distintas

Leyó en los inviernos
Para recuperarse
Del frío o la gripe

Amó sin reservas
A sus amigas y amigos
A sus amantes y sus libros

Se levantó a diario
Para salir a la calle
Volvió siempre a una cama u otra
Como todos volvemos
A nuestras camas.

987

En “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo leo:
“Somos cuatro. Hace rato como a eso de las once
éramos veintitantos; pero puñito a puñito se han ido
desperdigando hasta quedar nada más este nudo
que somos nosotros”. Hace rato había estado viendo
en Google Maps el lugar que ocupo en el mundo
(un punto aproximado en ese mapa es mi lugar en el mundo),
rodeado por líneas punteadas que representan calles,
puentes, autopistas, límites comunales, regionales,
largos ríos quebradizos y fronteras. Así como algún
punto del mapa señala el lugar aproximado de mi cuerpo,
otros indican esos puñitos, puñados, nudos de mujeres,
hombres jóvenes y viejos, en los puntos de ilegalidad
que dibujan las líneas de las naciones.

941

temprano, llegó a la peluquería un joven delgado y pálido
un intelectual anarquista o aspirante a intelectual
su pasión es la lectura
lee más que nada novelas y a veces poesías
Daniel
casi elegante, su elegancia consistía en que su ropa, hasta su corbata con nudo de mariposa, era de color negro
un poeta revolucionario
leyó
las palabras las rimas las metáforas resonaron contra las paredes de adobe como truenos
este es el poeta cohete.
Por intermedio de indicios, de manera paulatina, con el respeto que se tiene por una persona digna de respeto, introduce Manuel Rojas a Daniel Vásquez, seudónimo de José Domingo Gómez Rojas, en el segundo capítulo de Sombras contra el muro.

940

En el balcón de enfrente, detrás de la cortina que el viento a veces eleva, una mujer grande lee por las tardes.

928

La verdad, para mí, es que unx se encuentra con pocos libros en su vida. Pero unx se esmera en escribirlos y leerlos con el deseo de que las palabras pesen. Como quería Nuno Ramos, que las imágenes sean cosas, “con propiedades físicas que las hiciesen hundirse” / dejar “una cicatriz física de su paso por el mundo”.

896

Respecto de la producción de verdad de “las ciencias”, hace ya más de cuarenta años, Monique Wittig mostró la funcionalidad de la distinción entre naturaleza y cultura.
En el marco de lo que llamó “pensamiento heterosexual” –ese sistema de dominación que al crear categorías para leer la realidad, crea la realidad que intenta leer–, es visible la rentabilidad de la diferencia sexual: allí donde “mujer” es “naturaleza”, “hombre” es “cultura”; de lo que se sigue: la explotación económica de la naturaleza se llama progreso.

La primera y crucial división respecto de lo común, como claramente lo indica Wittig, es la separación entre lenguaje y realidad. Separación que el metalenguaje en las ciencias y los universalismos en la política promueven.
La promoción de esta división como verdad analítico-política se sitúa como respaldo argumentativo de las diversas divisiones que constituyen la actividad económico-afectiva de cada unx de nosotrxs. Entre estas, las divisiones: sexual, de clase, del trabajo; configuran una economía completa, una filosofía completa, una educación completa y, así, la idea problemática de lo común.

El valor de esta perspectiva crítica, que apunta al universalismo para exponerlo como construcción ideológica, en su doble dimensión retórica y material: las palabras cubren la dominación, pretenden convertirla en naturaleza.

Esta conceptualización de la división entre lenguaje y mundo en tanto hecho, dato de lo político, implica volver a pensar, pensar de otro modo, poner en duda, cuestionar, reconstruir o abandonar las categorías con las que comprendemos el mundo.

878

“Filología es ese honorable arte que exige de quien lo cultiva sobre todo una cosa, distanciarse, darse tiempo, hacerse silencioso, volverse lento, es el arte y la pericia del orfebre, que debe realizar un trabajo finísimo y atento y no dar por alcanzado nada que no se haya alcanzado lentamente”.
Termino de leer esta cita de Nietzsche y levanto la cabeza: veo los brazos de la enredadera que se extienden, durante meses, para alcanzar su objeto inalcanzable.