El aleteo repentino de un pájaro al interior de una casa produce alteración entre sus habitantes. Al interior del cuerpo se alborota el espíritu. Nada debiese hacer un pájaro entre muros o rejas, aun cuando este hecho pudiese ser considerado buen augurio.
Una vez, llegué de regreso a una hora poco habitual. Al abrir la puerta, encontré un gorrión sobre la mesa y me quedé petrificado. Tras la impresión, moví lentamente mi cuerpo, pegado a las paredes del departamento para abrir cada una de las ventanas. Decidí volver a salir para darle espacio al gorrión y que, así, encontrara tranquilo su propia salida. Al regresar a la hora habitual, ya no estaba.
Yo pensé, entonces, que tampoco el espíritu debería ser restringido por las barreras del tiempo y el espacio y que –como el pájaro– debía salir de ese edificio y de toda otra jaula. El verdadero problema era que no había donde salir.
Las manos mueven las nubes
No son los ojos. Son las manos
Las que les dan forma
De cúmulo y estrato de gran
Ciudad a lo lejos. Forma incluso
De mano abierta de párpado de
Abrazo. Recuerdo esto hoy que
Blancas huestes se enfrentan
En el cielo. Hoy que animales
De cuerpo caliente huyen
De la piedra labrada la punta
Filosa de la flecha o el proyectil
Que rasga el azul del cielo.
No son los ojos.
Son las manos deseosas
Las que dan forma a las nubes.
Las mullidas manos de un bruto
Que aún no sabe mucho del dolor.
Una mariposa llega a la ventana. Se deja ver por un segundo y vuela.
Las aves del cielo e insectos voladores como mariposas y chinitas (vaquitas de San Antonio, catarinas) son recibidas con alegría o asombro pues se las considera como portadoras de mensajes, usualmente prósperos, si llegan a ingresar a nuestro espacio cotidiano, la sala donde leemos, la pieza en la que descansamos o la mesa donde nos sentamos.
Ahora bien, una corneja volando a la izquierda en dirección contraria a tu camino puede ser signo de los más grandes pesares, de los peores augurios. Es la imagen del exilio en el Cantar de Mio Cid, por ejemplo.
En algún poema de Louise Glück los pájaros son visitantes burlescos, en Hearth of a dog de Laurie Anderson, las águilas que sobrevuelan el pequeño cuerpo blanco de su rat terrier son el recordatorio -en el mundo post 9/11- de que el peligro "puede venir desde arriba".
Por supuesto son todas supersticiones. Productos de la capacidad humana de fabular.
Aves del cielo e insectos voladores a veces se encuentran, para pesar de los insectos, quienes se convierten en presa, en épocas de escasez.
Un objeto fascinante es el que atrapa la mirada de manera irresistible y, en ese mismo movimiento, / aleja el mal / nos mantiene protegidos
Movidas por los hilos
Que el titiritero pulsa
Las marionetas bailan
Con gracia cercana
A la vida
-Von Kliest diría
: a la inocencia-.
Nosotros miramos
El movimiento
De las marionetas
Suspendidos
Entre nuestro destino
Próximo: algún edificio
De oficinas; y la
Fascinación
Que producen las ex
Tremidades esos
Reflejos de la luna
En las aguas del río
Representaciones
De la vida / después
De la muerte.
Vivos e inertes tan pronto
Tocan la maleta esos
Cuerpos de madera bailan
En el aire suspendidos
De nuestro deseo
Más inmediato
De bailar sin motivo
En medio de la calle.
Junto a ellas
Se mueven los ojos
Al menos por un rato
Atrapados por los hilos
Que el titiritero tensa y suelta.
OCULTAR EL CUERPO
Utilizando la forma
De la grieta
Para darse forma
¿Tras de qué grieta
Continúa el cuerpo
Como grieta?
El accidente
Geográfico
De la columna
De montañas
Así tan inmenso
Sublime
Se hubiese dicho
Hace dos siglos
Irremontable
Como el cuerpo
Con el que coincide
Y en las grietas
Busca forma.
Pietà [pjeˈta] (piedad)
Suspendido en el aire
Abrazado por la caída
Que es una madre dulce
Sueña dormido pues
Otro de los obsequios
Del mundo es la posibilidad
De soñar despiertos.
Está bien / son los sueños
Naves que nos llevan
A nuestro destino ideal.
Así como un cuerpo tendido
-Un tronco un remo los restos
De un naufragio- puede ser
Nave de nuevos anhelos.
Está bien está bien
Tocará ahora ponernos serios
Es dolorosa la desgracia
Humana es motivo de rabia
Angustia e indignación
Y en el mejor de los casos
Los poemas son injustos
Tradicionalmente / dispositivos
De disciplinamiento aparatos
Judiciales. Somos nosotros quienes
Apostamos demasiado a su cierto
"Coeficiente emancipatorio" demasiado
Al inmediato placer
De leer y escribir.
En una de las calles laterales de la biblioteca / nacional, durante / todo el día 26 de diciembre sentado / la pierna derecha sobre la izquierda las manos / en los bolsillos de la parka vista al frente.
El sol salió de entre las montañas de la cordillera / de Los Andes a mediodía aplastó cada cosa y más tarde desapareció tras los edificios / la historia cotidiana del día.
Durante todo ese tiempo el hombre se mantuvo allí sentado.
La imaginación y los paradigmas monumentales de la cultura / quizás inviten a pensar en una posible vida estatuaria para ese cuerpo a la intemperie / una vida que lo preserve de las estaciones y el paso del tiempo.
La franja flexible
Entre dos cuerpos
-Entre el perro y el humano
Por poner algún ejemplo-
Resiste
La fuerza que la deforma.
En otras palabras:
El paseo ondulante del perro
Encuentra la línea recta del humano.
Compañía se le llama a esta interacción
Que solo se interrumpe con la muerte.
Como un párpado
Como unos brazos
Como la tierra
Así mis ojos
Así mis manos y mis brazos
Así el barro de estos
Brazos de estos ojos
Escucharon tu historia
Era la historia del hijo
Que tuviste en tu cuerpo
Y cuidaste
Nada de eso sabía yo
Por eso guardé silencio
Y escuché.
una idea una sensación aparece /
un cuerpo tendido en luz y sombra
pero tambalea entre dos imágenes:
la de un cuerpo enorme
irremontable
la de un cuerpo pequeño
tibio y frío
hoy que el sol despunta sobre un campamento
improvisado en la línea de la frontera /
Cordillera Cuerpo Tendido
Se desprendió el casquillo
Y fue a dar el cuerpo
Resplandeciente
Bajo tierra.
Ahora -por si hubieses pensado
Lo contrario-
Las balas no son semillas
Ni es el pecho tierra fértil.
Como un cuerpo que se deja
Caer sobre la caja de un texto /
Y entre líneas descubre
El peso de cada letra
(En el fondo del ojo acuoso /
Espejo del cielo).
Todo esto hago / esto sueño
A pesar de todo.
Un arcabuz, Orlando,
Es la letra lanzada
Al mar profundo.
"Las lianas en nuestra América", escribió en 1873 José Victorino Lastarria, pueden crecer en un momento, pero sus sarmientos toman "el vigor del árbol secular en que se enlazan, y viven con él una edad prodigiosa".
Los árboles -en el discurso de inauguración de la Academia de Bellas Letras- eran robustas metáforas del liberalismo político, la filosofía positiva y la lengua castellana. En el siglo XIX, las lenguas eran entendidas como plantas y árboles.
Durante el XX, las palabras llegan a ser hojas que se unen para formar ramas. También los sintagmas se conceptualizaron como estructuras de superficie a las que subyacen ramas o raíces. Del otro lado del campo (semántico), la idea del rizoma quiso derribar la estructura arbórea del conocimiento occidental y sus raicillas ("estamos cansados del árbol"; árboles y raíces "nos han hecho sufrir demasiado").
Hoy los árboles (sus raíces y relaciones simbióticas con ciertos hongos) parecen ser comprendidos como sistemas de comunicación e interconexión descentralizados similares a la imagen nodal que se tiene de internet (...).
A pesar de todo,
de todas formas, nunca
es el tronco el que produce atractivo, sino la liana, la rama, la raíz o la micorriza. Nunca / la corteza dura, sus nudos tensos, su olor ininteligible, nunca / la vida de la araña y los gusanos o el cabeceo del carpinterito.
Quizás el humanismo publicitario, que proclama que estamos todos conectados, o la idea contemporánea, casi religiosa casi paranoica, de que todo tiene sentido, algo tengan que ver con este desprecio del tronco -pues se lo da por sentado-, su cuerpo fibroso y su corteza. Otra realidad se impone con el tronco, con la copa y su presencia sombría: cuando un árbol cae o es talado, pueden morir con él especies completas de plantas y animales.
El desprecio del tronco, "el odio chileno al árbol" puede ser una actitud de ligereza ante la muerte (de los demás, de todo lo colectivo).
(Ahora bien, respecto de los hongos, valga tal vez una excepción pues con ellos la muerte -y el valor de la vida por consiguiente- cambian por completo).
Una ventana al mundo
Como en una película silente el viento mueve las hojas del árbol / indiferente de la acción, el decorado o la vida escenificada: el cine está en el movimiento de las hojas.
Otros días la luz del sol proyecta las hojas del árbol en la pared de la cabecera de la cama y su reverso de sombras se mueve sobre los cuerpos dormidos.
En esa frase manoseada / disputada (el cine está en el movimiento de las hojas) aparece (para mí / hoy / todavía) aquello difícilmente apropiable en los libros: la ausencia de deliberación.
*
De manera similar
me parece
Marguerite Duras
hablaba de Barbara
Loden en Wanda
a propósito
de su autenticidad
a la hora de actuar.
Soñé que por algún motivo debía fingir mi muerte, realizar una representación de mi cuerpo muerto. Y yo llenaba un ataúd con frutas.
Pescan en la pileta al pez koi nishikigoi
La pileta es el mundo donde convive con el
Hierbajo acuático el pelillo gelatinoso
Que muerde y come confunde con el anzuelo
Y la lienza lo alza a los gritos y risas corrientes
De aire lo arrastran lo llevan de allá para acá
La lienza se suelta se tensa en el aire mientras
Las manos intentan tomar el cuerpo
Que escurridizo cachetea el cemento
Imitando el brazo convulso separado del cuerpo
Cede boquea no dejan de reír y celebran
Se calma conmovido se abandona a las risas
Por la boca recibe fuera del agua
la luz del sol
Desnudo de mar desnudo de pileta en un parque
Cercano al estadio regional de fútbol
de Antofagasta frente al balneario.
A veces escribo (ego) por el deseo / la ilusión de hacerle fintas a la muerte (“”) en un mundo cuya historia nos habla mayor-mente / de la destrucción de ciudades bibliotecas sus habitantes y lectores.
Como si todo estuviera en contra pero aun así yo (ego) escribe porque todo está en contra yo (ego) decide / vivir.
Pero un día cualquier en una esquina del centro la esquina de Alameda y Mac Iver fuera de la Biblioteca Nacional alrededor de una docena o dos docenas de carabineros -vestidxs de verde y negro / protegida la cabeza el pecho los hombros los brazos las piernas protegidos los pies- toman el cuerpo de una mujer lo elevan lo mueven de acá para allá lo contienen lo sostienen cuando se hace pesado y se lanza al suelo toman sus cosas su toldo su mercancía no le dan mayor importancia a la presencia de su hija y su hijo y se arma un alboroto hasta que deciden retirarse y dejan allí donde había un toldo de venta informal de ropa para perros y juguetes unas mujeres llorando.
Hay ciertas letras que se conservan a pesar del paso del tiempo ciertos ejércitos que sobreviven el paso del tiempo pero no / el ejército de las letras.
Otro deseo -pues habrá letras u otros signos- que al final de los tiempos les sobreviva unx lectorx.
sone ante el limite de la playa con un mar de letras y palabras alfabetos e idiomas desconocidos para mi declaraciones de propiedad amor y odio la espuma era el espacio blanco de las orillas de la gran pagina cuerpos malheridos por una u otra letra estaban tumbados sobre la arena con arena en los dientes y entre las unas llena de arena la herida donde algun acento circunflejo cedillas y tildes desprendidas permanecian incrustadas yo era alli otro herido otro perdido mas
Soñé con un hombre herido por espada con un perro mordido por una serpiente. Yo trataba de ayudarles removiendo la espada ahuyentando la serpiente pero el resultado era el mismo: el colmillo del tiempo. Miré alrededor y vi que era tradición del lugar cubrir de arena todo cuerpo tendido.
No huelas chiquitita la muerte del pájaro caído entre los arbustos / con el cuello roto con el ojo vacío / menos / huelas tu propia muerte.
Como una montaña
Un cuerpo muerto es irremontable e inmenso
Como una montaña
Una montaña grande como un muerto
Pero un cuerpo muerto
No es más que un cuerpo muerto, escucho
Del roce de tu cuerpo vivo en el camino de arbustos.