Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ primero

621

Yo era un perro, me dijo C., un perro aullándole al río, en mi sueño, el agua era la luna perpleja y aullaba y ladraba al río y, por primera vez, dije la verdad.

599

He leído tres veces Veneno de escorpión azul.
La primera, impaciente, con vergüenza ajena, con indignación por lo que entendí como un aprovechamiento editorial.
La segunda, a saltos, unos años después, por una motivación, digamos, académica, tratando de entender qué era aquello, ese deseo de escritura (de trabajo) que sobreviene cuando se descubre que la muerte es “algo real y no solo temible” (Barthes).
La tercera, con detalle y calma, con un saber nuevo, “golpeado” por la vida: como hermanx.

597

“Escribir Veneno de escorpión azul es hacer algo antes de morir, luchar por tu vida” (p. 40). Son las 10 AM del 5 de junio de 2006 y Gonzalo Millán se refiere por primera vez a este conjunto de notas por un título.

589

La forma del haiku, por otro lado, encuentra sus raíces en la introducción del poema encadenado o renga, una especie de poesía que se escribía entre dos o más poetas. Los poemas encadenados del renga se componían por turnos, siguiendo estructuras de tres versos de 17 sílabas (5-7-5) y de dos versos de 14 sílabas (7-7). Cada poema se entrelazaba con el otro de distintas maneras, a partir de las imágenes representadas, asociaciones o juegos de palabras. Con el tiempo, estos poemas encadenados derivaron en dos estilos en la tradición del renga: primero, el que seguía reglas formales y trataba asuntos “graves” o “serios” con un lenguaje refinado; y segundo, un estilo formalmente menos riguroso y de tono más popular, conocido como haikai-no-renga, cuyo impulsor de mayor renombre en Occidente fue Basho.
De este último estilo habría nacido la forma de 17 sílabas distribuidas en 3 versos (5-7-5) conocida como haiku.

588

Según Hoffman, hasta el siglo XVI, casi toda la poesía escrita en japonés tomó la forma del tanka. El tanka es un poema corto de 5 versos que ocupa la siguiente estructura silábica: 5-7-5 y 7-7.
Usualmente, el tanka muestra dos imágenes complementarias a manera de espejos: en el primer espejo se refleja la naturaleza y, en el segundo, la figura del poeta.

576

El jisei o poema de despedida fue muy popular en la tradición de la poesía japonesa. Usual entre monjes del budismo zen y samuráis, estos poemas eran escritos en el lecho de muerte o cuando la muerte ya parecía cercana. El antecedente más antiguo de un poema de despedida, según Yoel Hoffman (Japanese death poems, 1986), apareció en el primer registro de la historia del Japón, el Ko-jiki (712 d.C.), donde se relata la muerte de Yamato Takeru-no-Mikoto y su transformación en un pájaro blanco.

572

“Gonzalo buscaba algo, por eso repetía, por eso coleccionaba. Quizá nunca lo encontró, y nosotros, yo en este caso, no sé muy bien qué era, tal vez era solo salvarse o curarse de una obsesión. Tomó al fin la oportunidad de confrontarse con el umbral vida/muerte. Se le hizo corto el tiempo, pero le opuso palabras, las palabras de Veneno de escorpión azul. Quizá solo buscaba hacer una llamada, como esa llamada que esperaba Marilyn Monroe en el poema de Ernesto Cardenal. Acaso por eso, al revés, en alguna tarjeta del Archivo Zonaglo, hay anotados números telefónicos de personas que quizá aún esperan la llamada de Gonzalo, ese umbral o abismo ante el cual nos detenemos” (Walter Hoefler, p. 72).

Santa Águeda
“sueña que está desnuda
palpándose los pechos y buscando algo,
algo duro como un botón o un hueso”.


“La conjunción de ambos textos [‘El presagio’ y ‘A story about the body’ de Claro/oscuro] sugiere sin sombra de duda la amenaza de un tumor cancerígeno, que sin embargo no se nombra: primero como presagio y luego como causa médica de una amputación de ambos pechos. Este motivo adquiere una resonancia diferente para quienes sabemos que Gonzalo Millán moriría de cáncer algunos años después de publicar estos poemas” (Pérez, p. 139).

559

Hablamos del clima para llegar luego a otras materias, preguntas sobre mi bienestar y la salud de los parientes, buenas nuevas sobre los nietos nuevos, de quienes habla como yo de las plantas o los animales que atisbo libres en el río, con una atenta distancia por ver desplegarse la vida.
Hoy es la primera tarde más o menos fría del año en Santiago y hablamos del clima, en Antofagasta ha empezado también a refrescar.

555

Las primeras fotografías tienen la calidad de un palimpsesto. Capturados uno a uno los fantasmas que del cuerpo emanan, esos filmes antes destinados a la superficie sensible de otro cuerpo, abultado de fascinación o envilecido por la envidia, han sido arrebatados por la historia.

554

Se dice que la primera vez que un humano hizo su aparición en una fotografía fue por mera coincidencia. En una vista general del Boulevar du Temple en París, capturada por Daguerre en 1838, se nota la difusa figura de un hombre a quien le están lustrando los zapatos.
Esa imagen demoró entre siete y diez minutos en ser tomada.

553

Según Walter Benjamin, “las viejas cajas con las que se hacían los daguerrotipos”, poco sensibles a la luz, requerían de un largo tiempo de exposición.
En el caso de los retratos, gracias a esta dificultad técnica, estos primeros aparatos producían una expresión “más universal y viva”, un resumen de esos rostros fotografiados (Libro de los pasajes, Y 8, 1).

535

Mi tía nos invita a tomar once a su casa para celebrar mi venida, el cumpleaños de mi madre y, en general, que hoy estamos juntos. Están los abuelos, mi tío, mi primo y mi sobrino. Reímos comiendo un pan horneado con gracia. Antes conversamos en el patio sobre los cactus del jardín, comemos frutas maravillosas y mi abuelo nos habla de los pájaros. Del viaje que hizo hace unos años a Cunaco a visitar a unos parientes perdidos. De esa primera mañana en la que el canto de los zorzales le regaló una vida nueva.
Para mí, es difícil escuchar estas historias sin tragarme unas lágrimas de alegría. Él, que resentí tanto durante mi adolescencia por ser un hombre como todos los hombres, se emociona con el canto del zorzal, la timidez del chercán, la vida altiva del tiuque.
Llega mi hermano luego y vemos álbumes de fotos. Descubro mi alegría infantil y se me enciende algo dentro. Después mi hermano cuenta cuando descubrió a mi abuelo entusiasmado viendo videos de las cortísimas faldas de las bailarinas de saya en Youtube y todos reímos.

506

Entre la publicación de Perro del amor en 1970 y Fábulas ocultas pasaron 36 años. En este tiempo Oliver Welden junto a Alicia Galaz dieron vida a la revista Tebaida en Arica, donde Galaz dictó clases de literatura. Luego del 11 de septiembre del 73, se autoexiliaron en Estados Unidos.
Durante esas tres décadas, Alicia Galaz prosiguió su carrera académica, publicó Oficio de mudanza y Señas distantes de lo preferido, también sus trabajos sobre Góngora y Gabriela Mistral y fue incluida en alguna antología de poetas latinoamericanas, mientras Oliver Welden, sentado a la sombra amplia de ese árbol pequeño, se mantuvo en silencio, como buen perro, como paisano.
Perro del amor es un libro profundamente erótico, de un deseo activo y robusto, abultado como la primavera, hecho desde la pura fascinación. Perro del amor es hermano del primer libro de Galaz, Jaula gruesa para el animal hembra. En ambos libros, alejado de la posesión, el sexo no está sublimado por alguna idea del amor como bien superior, a lo sumo, se vive en su reverso como compañerismo, pero, en términos más simples, como animalidad en la figura del “amor desatado”, en la figura del animal hembra que vive su sexualidad, poderosa y política, como diferencia.
Fábulas ocultas, por otra parte, publicado tres años después de la muerte de Alicia Galaz, es también un libro lleno de erotismo. Son poemas, sin embargo, de un “amor oscuro”, del amor a una mujer muerta, poemas sobre la persistencia del deseo sexual tras la muerte de quien se ama.
Después vinieron Oscura palabra y The Sweden Poems, un total de 60 textos publicados en 2010 y 2014, respectivamente. Pareciera ser que tras la muerte de Alicia Galaz algo se desató en Welden, algo se abrió, algo brotó tras 36 años de silencio. Sin embargo, según sus propias palabras, durante esos años en los que perdió “el afán de publicar”, nunca dejó de escribir, pues, aunque se quiera, “no se puede dejar de escribir”.
Es inevitable, para mí, imaginar a Oliver Welden como un hombre viejo, montado sobre la circunferencia de su estómago, que ocupa toda la vida que le resta en escribir estos últimos tres libros.
Esta es una imagen con la que me identifico, una imagen que me complace, el horizonte que digo será mi futuro: escribir y amar como un anciano, con toda la vida que me resta.

496

Está, por un lado, el libro de los sueños, más propiamente el álbum, hecho de retazos de materiales heterogéneos, recogidos según aparecen, seducen o fascinan.
Por otro lado, el libro de la esperanza, que escribo para que estemos juntos, para que el sol salga y nos permita vivir un día más, un día a la vez, por el resto de la vida.
En algún sentido, en el horizonte, ambos son el mismo libro. El asunto es alcanzar a vivir el último y morir del primero.

466

El libro de los sueños, ese que alimenta el deseo / de escribir, toma siempre, para mí, la forma del poema, señala la utopía de una escritura que se vive en la absoluta necesidad.

La escritura que se practica más allá de toda duda, para Barthes, está cifrada en el deseo de “hacer una novela”: no en la obra (que es finalmente la operación de vínculo entre texto y nombre propio) sino en el trabajo (opĕra).
Es claro, esa escritura que nunca es pública ni política es impensable desde el dominio de la literatura o desde cualquier otra institución. Queriendo abrazar la continuidad de la “obra monumental”, solo es accesible a partir de notas, apuntes, fragmentos, residuos que refieren siempre a una totalidad vacía = el sujeto.
A partir de aquí, “podemos” decir que el problema de la práctica absoluta de la escritura (o de la escritura como necesidad) proyecta dos figuras: menos que sujetos, dos imágenes (porque para llegar a decir “yo”, primero debe existir la imagen de “mí mismo”):

-El amateur
-El bulto

La del amateur es una práctica sin narcisismo, una escritura sin "ego": pues “cuando se hace un dibujo o una pintura como amateur, uno no se preocupa por la imago, por la imagen que se va a dar de sí haciendo ese dibujo o esa pintura”.
Mientras el amateur se identifica con la producción que libera del hacer para los otros, la figura del bulto –cifrada en la imagen del niño marroquí (“sentado por estar sentado”; “sin hacer nada”. Incidentes)– es la de una exterioridad inmóvil, un simple estar allí, por el que “el sujeto está casi desposeído de su consistencia de sujeto”.
Si bien ambas figuras reclaman experiencias diferentes (el placer que se encuentra en el proceso de producción / la verdadera pereza), no son, sin embargo, alternativas opuestas, el bulto sería un más allá del amateur en tanto es la imagen lo que se suspende en la práctica de la escritura.
Sin ego, sin imagen, sin consistencia, no hay en realidad diferencia alguna entre yo y lo que escribo.

463

Insistencia del día

El nombre verdadero es i, no "uno", ni "yo", sino i. Se sigue: “Insistencia del día” es una máscara, una especie de ortopedia del habla.

La imagen i en la mente quiere ser impronunciable, es a su vez un resto ( ) y un suplemento ( ): el aire que rodea (i).

Entre yo que escribe (i.e.: quien se arroga la posición de sujeto) y lo que escribe, descansa (duerme) el deseo de escribir.

Es el libro de la esperanza (y la espera), escrito antes de incorporarse por completo, con los ojos de quien sueña.

Distinto, sin embargo, del libro de los sueños.

i es un libro de amor. Del amor entendido como diferencia, que es una forma política de amar.

Existen ciertas utopías:
-dormir “sobre ambas orejas”
-ver el mundo como un proceso de constante formación y destrucción
-la continuidad de las cosas en todas las cosas.

Y algunas frustraciones:
-la necesidad de que la declaración de amor se renueve constantemente
-que no pueda el otro vivir el paraíso que deseo para él.

La escritura de i comenzó hace un par de años a partir de cuatro o cinco versos:

"Se escriben libros para decir que uno está solo en el mundo
que el día se hace más largo cuando uno está solo
se escriben libros para constatar la presencia de las cosas
para decir
estoy por fin conmigo
rodeado por las cosas",

pero concluyó en cuarenta días, dos años más tarde.

El método: escribir por cuarenta días como la primera cosa que haga al despertar (pues toda tarea que se emprenda por cuarenta días queda por siempre).

Como todo libro, i es un libro fundamentalmente incompleto –a lo sumo finge comenzar y terminar–. Alegría: la posibilidad de continuar (viviendo), reescribir, sobreescribir como práctica de una escritura inacabable.

i es una forma incompleta, que podría ser parte de ese libro pura escritura que todavía no es alguno, incansablemente otro; i.e.: el diario abierto, futuro, “no el último, sino el suplementario, el más íntimo y el más querido”.

La escritura que –por demasiado presente– no se puede anhelar o recordar.

433

Frente a la unidad de la conciencia (o a esa conciencia que se concibe como unitaria), la multiplicidad de lo que aparece fantasmáticamente, lo que aparece en la figura de lo múltiple.
Allí donde la conciencia es entendida como la representación espacio-temporal que me hago de mí mismo, ese modelo que implica que para ver el mundo primero debo verme a mí mismo, frente a esa idea aparezco y me aparezco, asedio aquello que fantasmea y, por su parte, me asedia.

424

De la primera palabra que digo por la mañana sale una polilla: mariposa nocturna que busca la sombra.

358

12 de septiembre.
Toda tarea que uno emprenda por 40 días queda por siempre. A partir de mañana, escribir por cuarenta días como la primera cosa que haga al despertar.

El procedimiento: levantarse antes de la salida del sol. Escribir en ayuno. 40 días hasta el 23 de octubre, el día en que nací hace 33 años.

355

día 38. La noche se repliega reverente frente al día que avanza. ¿Quién tira el hilo del primer pájaro?