Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

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387

16 de octubre.
Encuentro en el diccionario esta bella acepción de cúmulo: “Conjunto de nubes propias del verano que tiene apariencia de montañas nevadas con bordes brillantes”.

“Y tengo por los contrarios una rabia carmesí”.

Esta, la última semana de la cuaresma, los últimos 7 días, 7 oportunidades para ceder a la tentación de dejar de escribir.

310

Toda la noche tratamos de encontrarnos. De estar solos luego; de huir, después, de los amigos que se entrometían en el espacio delirante que se fue construyendo entre nosotros, para nosotros.
Inventamos alguna excusa para apartarnos (caer, solos, juntos), pero no conseguimos más que su lealtad acostumbrada, su ingrata compañía. Corrimos, entonces, fuera de los caminos hasta estar seguros de habernos perdido.

281

Nos vemos con F., y llegamos a la siguiente conclusión luego de celebrar nuestro encuentro: solo el asombro nos permite enfrentar el mundo con alegría.

267

Nos encontramos al doblar la esquina. Nos abrazamos para despedirnos antes de partir a cualquier otro sitio.

263

“A través de aquella espantosa y cruel multitud de reptiles corrían gentes desnudas y aterrorizadas, sin esperanza de encontrar refugio ni heliotropo”.

261

Nada, ningún gesto -para el otro, para uno mismo-, ninguna delicadeza es necesaria. Demorarse, a veces, cuando vamos demasiado rápido; detenerse cuando el resto avanza sin contemplación; esperar un rato para encontrarnos.

237

Está el desfase que el sueño profundo imprime sobre el cuerpo.
Las noches en que el cuerpo se encuentra fuera de sitio: el milímetro excesivo que solo la piedra mágica puede limar.
También la brizna de piel que cubre la carne viva: ese necesario desfase entre la escritura y el dolor.

227

Tenemos que mover la cama tras la muerte del padre, para barrer la pieza y que la vida se esparza, encuentre un lugar limpio donde brotar, luminoso donde crecer. Yo soy un niño y la madre una joven mujer a unos centímetros de su propio cuerpo. La cama es pesadísima, el día quieto. No podemos moverla, quizás lloramos de impotencia, no sé, solo recuerdo la bruma luminosa del patio inundando la pieza. De pronto la cama se mueve, es el fantasma bondadoso del padre que aligera el peso de estar solos.

207

Recuerdo un sueño que tuve de niño. Estamos con el hermano en la sala de espera de un consultorio. Ninguno está enfermo, pero esperamos sentados en esas ásperas sillas color vino. Al frente la sala de examen, a la izquierda hacia el fondo está la puerta de salida que es asaltada por una bruma de luz que entra por el vidrio tras inundar la mañana. Antes, justo al lado de la silla en la que estoy sentado, hay un macetero lleno de tierra seca y brillosa, sin raíces. El hermano menor escarba esa tierra y encuentra una moneda fulgurosa como el sol de su rostro, corre hacia la calle por el pasillo y se funde con la bruma. Desesperado escarbo entonces la tierra y también encuentro, no una, sino incontables monedas que apenas puedo sostener entre las manos, con los bolsillos llenos. De pronto la puerta del pabellón se abre y aparece la mamá que me había estado buscando por siglos. Me obliga a dejar que esas monedas germinen en la sala de espera del consultorio, salimos a la calle y el día nos cubre.

206

Soñé que estábamos corriendo por la playa con el sobrino, el fantasma de la familia y otro niño, un gnomo o dulce duende de barba larga y abundante.
En la arena se escondían pequeños dinosaurios plásticos de diversos colores que el sobrino y su amigo recogían como tesoros.
El hermano luego de un rato le ordena que deje todos esos animalillos donde los encontró pues ya tiene suficientes juguetes.
El regreso a la casa es triste.
Estamos en una pieza vacía con suelo de madera, concentrados melancólicamente en la luz del sol que golpea las tablas y descubre la cremosidad del polvo en suspensión.
De pronto, por la ventana trepa el enano barbudo, deja caer de sus manos un caudal de pequeños dinosaurios plásticos que inunda las junturas de las tablas y la pieza. Nos miramos con un rostro bello y excesivo, el sol se adueña de nuestros cuerpos, descubrimos que somos parte de esa luz.

199

Le doy a leer estas notas a C. “No se puede lastimar a nadie a costo de escribir”.
Es incómodo leer estas palabras, lo es también para mí escribirlas y exponerlas sin consentimiento; como te dije, las personas de las que hablo son también parte de lo que soy o, debiera decir, de la imagen que construyo de mí mismo, para mí. Soy injusto, pero los libros son injustos. Debo negociar cada frase, sin embargo, pensar en el respeto que les debo sin perderlxs a ustedes de paso o encontrarme, de pronto, escribiendo, como ha sido siempre, a salvo, arropado mientras regreso.

198

Para algunxs el poema se termina en un par de versos por los que se basta a sí mismo. Para otrxs acaba en el punto final, como consecuencia necesaria de la existencia. Para ciertxs poetas, el poema termina una vez cerrado el libro. Habrá otrx para quien se escriba a lo largo de la vida. Para lxs menos, el poema nunca comienza; para estxs poetas imposibles, el poema consiste en encontrar una manera de comenzar.

148

Visión periférica. En un mundo donde la colaboración se hace de la suma de proyectos personales, el decir del artista, del intelectual, está circunscrito entre dos enunciados límite: el silenciamiento del sujeto crítico y la carencia de financiamiento.
Por supuesto reduzco las cosas: el poeta es mezquino y se queja. Pero se ha construido toda una literatura desde la queja, las carencias económicas y de espíritu, problemas que solo se solucionan hablando, compartiendo conocimientos, enseñando y aprendiendo, en suma, colaborando. También, encontrando momentos de soledad. La lucha –la queja- es contra el aislamiento.

131

Soñé que la madre me servía de comer un trozo de carne grueso y grasoso, humeante. Esto representa para mí la repulsión más grande.
Horror. Dejar de comer animales para encontrarme con este rencor, esta repulsión profunda.

114

El reto de mirar las cosas y no ver el rostro de Cristo.

¿Qué quiero decir? La crítica (no a esa crítica) tiene una paranoia por el sentido, cuando interpreta se esfuerza en encontrar un sentido que quizás haya que aceptar como inexistente. 

Una crítica que es búsqueda del otro / o intenta rondar la pregunta que alienta la segunda parte de La preparación de la novela: ¿Cómo comprender / identificarse con / el deseo del otro?

108

He encontrado una imagen: una pequeñísima cuadrícula de 5 milímetros cuadrados. En medio, una línea surca de cabo a cabo ese territorio abstracto.
Su trazo es un enigma, la posibilidad en sí misma.
Yo quiero imaginar que es el fotograma de la película sobre una playa en el desierto de Atacama. Y en medio de esa playa, hay una carpa, nada más.
Encontramos esa imagen: el mar extendido hasta perderse de vista.

101

Escribir sobre una imagen. Encontrar una imagen y comenzar por ella. Escribir sobre una imagen –sobre su corazón, por ejemplo.
¿Qué podríamos escribir sobre su corazón?
Y su último acto de amor fue abandonarme
O
“That’s the woman of my dreams. That’s who is. And she’s mine. She’s all mine. Forever”
Una imagen para cuando vivamos juntos.

92

Encuentro en mi largo regreso a la casa, La oscura vida radiante, un libro en medio de otros tantos libros destinados a cruzarse en mi camino. En las últimas páginas leo la historia de Daniel Vásquez, el poeta anarquista, encarcelado por subversivo, vuelto loco a punta de torturas y muerto en su celda como solo un dictador envejecido debe morir en su celda. Daniel Vásquez es en verdad José Domingo Gómez Rojas, fallecido el 29 de septiembre de 1920 en la casa de Orates por una meningitis no diagnosticada a tiempo. Otras versiones dicen que murió en medio de las botas ensangrentadas de los gendarmes en la Penitenciaría de Santiago. La cuestión es que apenas tenía 24 años.
En medio de una guerra inventada por el Presidente Sanfuentes para impedir la elección de Alessandri, ese año de 1920, Gómez Rojas, joven estudiante de Derecho y Pedagogía, fue apresado después del asalto a la Federación de Estudiantes de Santiago y acusado de antipatriota por oponerse a la guerra con Perú.
En La oscura vida radiante Gómez Rojas se llama Daniel Vásquez, seudónimo con el que firmó un par de poemas, pero el Ministro José Astorquiza Líbano conserva su nombre. El Ministro Astorquiza condenó a Gómez Rojas por “vendido al oro peruano” y –por encender un cigarrillo en su presencia- lo mandó a la cárcel bajo completa incomunicación. Encerrado allí, sin contacto con el mundo, en la oscuridad de la justicia chilena, perdió la razón y luego la vida. El día de su entierro, Alessandri fue declarado vencedor de las elecciones presidenciales y la tristeza se extendió un milímetro más sobre la historia de Chile.

85

La luz del sol –exactamente a las 7:55 AM- proyecta la figura de unos árboles en el ventanal. Lo demás es una ausencia preocupante de luz en esta casa en la que nos encontramos. Tú continúas tu sueño por unas horas más, admiro esa capacidad para dormir en situaciones adversas. Hay un calor inmenso, sofocante aquí dentro. Las cortinas se mueven con un urgente deseo de acabar con la casa

74

Mientras dice que quiere reanudar su vida con X (donde X representa al objeto amado), se encuentra con Y. O está con X mientras ve a Z, V, W. A su vez V, W y Z pretenden o creen ser X (donde X representa la dispersión del objeto). Sin embargo, ella misma es X. La X es igual a Ulises.