Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ ruido

El año pasado en vísperas de ese acontecimiento conocido como la muerte de una amiga, soñé que estábamos sentadas frente a un televisor de 14 pulgadas. Alguna escena había concluido y luego apareció el característico ruido blanco -conocido también como nieve- que producía la interferencia o la ausencia de señal en esos aparatos antiguos. Hablamos de lo que habíamos visto supongo. Yo pregunté:
– De que el lenguaje continúe, ¿de eso se trata?
Y me contestó:
– No, no se trata de eso.
– ¿De qué se trata entonces?
– De derribar los muros
– ¿Cuáles muros? –insistí.
Pero no obtuve respuesta.

Al sonido de la respiración se superpone el trinar de los pájaros; otros ruidos -centelleos, fulgores- que iluminan un rostro. 

A esto llamamos despertar.

La ventana da a un muro alto que entorpece la mirada.

La ventana -antes que al paisaje- está abierta al ruido: al trino

De los pájaros al ruido: de las máquinas

A la rueda -esa otra máquina simple-.

La ventana está cerrada al ojo.

Quizá como la piedra antigua -la piedra
De Seikilos por poner algún
Ejemplo intencionado-
Guarda para sí la música que le acompaña.

Ahora bien / en este mundo de
Comparaciones arbitrarias

No podemos saber qué misterios
Encierra un muro -si acaso algún misterio guarda-
Ni de qué lado / del muro estamos.

Leo bajo el sol y conmigo lee la perra los mensajes de la hierba, la lengua de los chincoles y las raras, no poco frecuentes en el litoral, el ruido de sirenas y bocinas lejanas transportado por el viento. Todo se confunde entre briznas polen y semillas que abren surcos en la materia del aire. De la boca de la a, de la abierta boca de la u que aúlla al cielo, escucho el sonido de las hojas, el sol entre las hojas, su sombra sobre la hierba.
La escritura, su presencia, mi presencia se cuidan la una a la otra. Me cuido de reducir al máximo el ruido de mis pasos, practicar una presencia leve y respetuosa cuando duerme, que es la mayor parte del día. Hace un tiempo me había pasado que al verla en la calle a distancia, arrojada, tuve un sobrecogimiento: estaba allí, con toda la fragilidad de su cuerpo pequeño. Ayer me pasó cuando después de comer me hizo fiesta, se acercó simplemente para que la acariciara, y sentí algo que puedo llamar ternura. Entiendo que es muy difícil volver cuando se toma este camino: el camino del cuidado mutuo; pero también que no es necesario volver.

993

un automobile ruggente

Por un instante
El ruido del motor
Coincide
Con el movimiento
De las nubes.

977

El mundo continúa. Son pequeños signos. Es la noche del sábado. Algunas personas vuelven a sus casas. El ruido de sirenas a lo lejos se aproxima, mientras los pesados pasos se detienen frente a un umbral. Voltean la cabeza. Una patrulla o un carro de bomberos deja una estela de sonido y luz. Todo continúa. Pero el camino es pesado. Las lágrimas son inevitables. Tiraron un niño desde el puente al río.

908

Dos regímenes complementarios:
De la sobreexposición. Que tiene en la proyección azul de las pantallas una silenciosa operación política de gestión de la vida.
De la desaparición. Desaparecer en la nieve, en la interferencia, en el ruido de la producción incesante de imágenes.

857

El ruido del helicóptero me obliga a elevar los ojos al cielo. Una bandada de palomas traza su vuelo elíptico entre las azoteas de los edificios.

853

El marpat –camuflaje de patrón de pixeles, también conocido como patrón digital, usado por los marines estadounidenses– supone “una realidad en la que una lámina de ruido estático o nieve ya ha caído sobre las cosas. Esta es una de las primeras pruebas de que, en la actualidad, los medios de comunicación han cubierto el mundo con una finísima capa de nieve con la que debemos camuflarnos si queremos adaptarnos a la realidad”.

Hito Steyerl

852

En medio de la movilización, de la protesta, la huelga, de pronto el ruido inarmónico se vuelve música. Patricio Marchant tiene alguna página emocionante al respecto. En “Consideraciones sobre el ballet de los valets”, texto que escribe hacia el final del gobierno de Pinochet (hoy, ayer, estas palabras, “gobierno de Pinochet”, se vuelven espesas, precisas, porque fue su gobierno ilegítimo y no su dictadura el que se sometió a consenso), reflexiona sobre la música que acompaña las épocas históricas, los procesos revolucionarios, político-sociales. Es “La Carmagnole” de la Revolución Francesa, “Le Temps des cerises” durante la Comuna de París, la “Bandiera rossa” del socialismo italiano de comienzos del XX. Pero, en un sentido más profundo, la música de la palabra “compañero” que resonó en el proceso de la Unidad Popular. Aquella palabra desjerarquizadora que, a pesar de las diferencias que separaban a los distintos sujetos sociales, marcó un espacio de unidad. Ni siquiera un horizonte común, sino un presente afectivo.

849

Las imágenes se registran, se superponen y exhiben de manera desordenada; se distribuyen bajo las lógicas y en los canales de las redes sociales, por un lado, y en la televisión y la radio, por otro; son reorganizadas, repetidas en loop, comentadas por periodistas y expertos; palabras se les adhieren –imágenes ruidosas, que suenan en las calles, dentro de los edificios y en las casas; imágenes ruidosas que desplegadas una tras otra, una encima de otra, le dan cuerpo al ruido y, de pronto, nieva.
Es 23 de octubre y está nevando en Chile.

842

Capas de sonido. Pájaros. Gorriones, tordos, chincoles. Máquinas. Autos que cruzan el camino que de antiguo rodea el cerro. El silbido opaco del computador. Se acoplan al sonido de otras máquinas de control, otras máquinas energéticas, a la máquina suave del cuerpo / débil del animal. Yo escucho estos ruidos, cantos que se enredan en una gran madeja gris y rosa. Veo de reojo sus sombras que se proyectan acá dentro, mientras leo: sin querer asir nada, sin querer incorporar nada.

806

Hoy el cuerpo es un ruido un ruido sin cuerpo sin fuente un río sin cauce sobre el río es un ruido otro río sin cuerpo sobre las aguas del río un río sin cuerpo un ruido de agua sin fuente o vertiente un río río abajo sobre las aguas del río.

805

Hoy el cuerpo es un ruido
un ruido sin cuerpo
sin fuente un río
sin cauce sobre el río.

Hoy el cuerpo es un ruido
otro río sin cuerpo
sobre las aguas del río.

Hoy el cuerpo es un río
sin cuerpo un ruido
de agua sin fuente
o vertiente un río
cayendo río abajo
sobre las aguas del río.

804

Hoy el cuerpo es un ruido
un ruido sin cuerpo
sin fuente un río
sin cauce sobre
las aguas del río.

803

A la altura del pecho dos puntos / capullos / yemas vegetales. Ha sido siempre para mí motivo de ternura (algo parecido a la esperanza) imaginar el silencio de la rama – la hoja – el fruto que todavía no brota. Resuena allí la rotura asignificante que es el ruido del mundo desenvolviéndose, parecido al quiebre del verso que cae en la línea posterior.
Yemas vegetales rodeadas por la maleza del vello que corona la areola. Es un sonido imaginado, un peso, también imaginado, cuando tomo entre mis manos los pectorales todavía tiernos, todavía tibios, a pesar del clima frío anterior al invierno.
Es el sonido del cuerpo entendido como pausa, como detención entre un cuerpo antiguo y un nuevo cuerpo.

736

“Casi nada tiene sentido para la garrapata. La luna, el clima, los pájaros, los ruidos, hojas y sombras no tienen importancia. Pueden pertenecer al entorno biológico de otros organismos que viven a su alrededor, pero no tienen ningún sentido para ella. Lo que interesa a la garrapata es la percepción sensorial del calor y el sudor que emana del animal de sangre caliente en el que la garrapata se alimenta, pone sus huevos y muere”.

640

La vida, como toda ficción que simula la vida, comienza con la salida del sol.
Wanda (1970), la primera y única película de Barbara Loden, empieza por la mañana, en una casa empobrecida, ubicada en las cercanías de un yacimiento de carbón al norte de Pensilvania.
Dentro de la casa un niño llora; el llanto se superpone al ruido de camiones y excavadoras. Wanda duerme sobre un sillón en la casa de su hermana y, a medida que el ruido del día comienza a iluminar las cosas, despierta.

531

Hoy en el café tuve una distancia, un desdoblamiento en el que pude escuchar, por sobre las incontables voces, el ruido del animal humano.

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