Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ comenzar

96

Comienzo a escribir: llegué a los 30 años entristecido y mutilado, sin más esperanza que la de una muerte justa…

73

En la micro. Leyendo algunos poemas de Rodrigo. Me asalta de pronto la angustia de comenzar con las filmaciones hoy, montar mañana.
Una idea: repartir Compost. Decir: yo te he contado mi historia, ahora tú cuéntame la tuya.

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La pregunta que dio comienzo a esta investigación es P. Yo, a su espalda, llevo registro de nuestras reuniones. Quizás el proyecto consista solo en esto: el mero registro de su persona.

61

Almorzamos los cuatro –el padre escarba la tierra esperanzado en encontrar algo, la silla de la hermana ahora la ocupa el sobrino-. No es importante la comida –digamos que es solo pan-. Es difícil comenzar una conversación cualquiera, aunque solo hayamos hablado de cosas sin importancia en nuestras vidas. Todo se reduce a alguna inútil prueba de fuerzas entre mi hermano y yo por la descarada falta de educación del sobrino que come con las manos, desparramando la comida por el suelo. El comedor es una pequeña plaza entre la cocina y la televisión
La mamá manifiesta, como siempre, un cansancio sincero por nuestra actitud y habla de la responsabilidad de los hombres.
Afuera los vecinos, impregnados de espíritu navideño, beben desde anoche en los jardines de la cuadra.

49

Un pájaro se metió por la ventana de la cocina y fue directo a estrellarse con el ventanal. Veo los últimos segundos de su vida, un movimiento nervioso y después comienza a pudrirse.

36

En algún lugar de esta casa comienza la novela. En una ventana, en la habitación de un niño, con el sueño de un niño. Como en la ficción de Eduardo Barrios que describe –a través del enamoramiento de un niño demasiado adulto- el quiebre de la plácida imagen de la infancia que lo conduce a la muerte. Así, la novela comienza con la muerte del protagonista, en algún lugar de esta casa. O, antes, como era mi intención escribir, cuando los ruidos a medianoche lo despiertan y una mezcla de curiosidad infantil y fatalidad le obligan a mirar por la ventana, protegido tan solo por sus ojos, los ojos a manera de escudo de juguete, trincheras hechas para ser vencidas. Por un momento la cercanía con la irrealidad del sueño lo disuaden de la verdad de lo que mira. La piedra, el ladrillo, rápido se aleja de la cabeza del cuerpo tirado en el suelo. Al despertar, la lluvia cubre la ciudad. Un aluvión barrió con toda evidencia del cuerpo muerto, arrastrado hasta el mar. Después el mismo mar desaparece. La catástrofe, de alguna manera, salvó a la ciudad de aquella injuria. Desde entonces, todo comienza a morir. Cristóbal o Agustín, el niño refugiado tras los ojos, ha estado muerto toda la novela.
La novela que comienza en algún lugar de esta casa tratará de encontrar lo inexpugnable en la mirada de los niños.

25

Por supuesto, la novela comienza cuando me voy de esta ciudad.

23

Cuando desaparece el mar comienza la novela. La población emigra, reconstruye como puede –varios intentos individuales, desorganizados- la ciudad en otra ciudad. Por televisión se enteran de la evolución del desastre, de las proyecciones para la flora y fauna de la zona. Las autoridades han declarado peligrosa toda el área, aunque quisiéramos, no podríamos volver allí.

Toda la región es custodiada. Con el tiempo un gran vacío hará la cartografía un desierto y los nombres de cada uno de los lugares desaparecen, se olvidan por un solo nombre, el nombre del desierto.

De aquello Agustín, Paula o Gabriela nada sabrán. Para el tiempo en que se consume este olvido ya estarán muertos, quizás, sus propios nietos. Pero esa no es la novela, la novela comienza cuando desaparece el mar. La historia gira en torno a la explicación científica. La novela termina antes de que todo nombre sea olvidado.

15

Otra puerta esta vez. Blanca sur abierta, dorado cerrojo. Abajo la huella de un pie pequeño, presa de furia infantil. Luz blanca –por el tubo alógeno arriba- resalta la superficie, a pesar de todo, lisa de la puerta. La oscuridad esquiva un triángulo celeste: donde comienza la salida al patio.
Tras la puerta, frente a mí, la proyección de una imagen.

3

Esto que comienza es una carta para ti. Tiene, por tanto, la tardanza y la cursilería que una paloma blanca para mi abuelo. Hay fórmulas, secretos, palabras necesarias.