Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ abierto

612

Ayer V., me habló del comienzo de su alegría nueva. Un camino abierto, con algunos obstáculos que, sin embargo, no impiden el recorrido.
Al final del camino está la poesía, me dice con seguridad.

541

En el momento de la despedida, mi tía se quedó para sí –consciente de poder incomodarme, herirme o, simplemente, porque no es de su incumbencia– unas palabras que sin embargo comprendí.
Su deseo era que encontrase yo alguien con quien formar una familia y, como ellos, construir una casa, un monumento, elevar un montón de piedras.
Antes –ayer, la semana pasada, ¡qué sé yo!– estas palabras me hubiesen parecido condenables por un conjunto de razones que ahora mismo es ridículo mencionar.
Ella guardó silencio por gentileza, sin antes manifestar en su cara (una ventana abierta) ese deseo. Después nos abrazamos.
Hoy comprendo esas palabras que no dijo como una bendición. Ella desea para mí el fuego alrededor del cual las personas se reúnen al llegar la noche o el invierno, el fuego en la palabra hogar.

471

¿Qué se hace / qué se puede hacer entre libro y libro? El problema no es ahora la incertidumbre abierta tras finalizar “el poema”. Sin fin, la escritura es ya condena (ausencia de objeto), ya paraíso (presente puro).
Acomodar el cuerpo a una imagen, decir –frente a los otros– “soy escritor” es, en cualquier sentido, menos que ser, según el día, según la dieta, cuando no se está escribiendo.

469

Por resistirse a hacer legibles las voces que dictaban su política revolucionaria, Juana fue condenada a la hoguera.
Recordando La pasión, Adrienne Rich escribió sobre el deseo de un poema desnudo, en el que nada quede por decir:

“If there were a poetry where this could happen
not as blank spaces or as words
stretched like a skin over meanings
but as silence falls at the end
of a night through which two people
have talked till dawn”.

El lenguaje deja caer un velo sobre cada cosa. De ahí el privilegio de la significación, la paranoia que compele a encontrar sentido hasta en el más insignificante de los hechos.
Más que el incesto, la culpa de Edipo fue desconocer el decir de la Esfinge, al relacionar su significante enigmático con un significado velado. El lenguaje tiende sus señuelos.
Hay una especie de fuerza que atrae y repele en las cosas, una especie de bello silencio, distinto al silencio que cae a la llegada del alba ("al levar! / qu’ieu vey l’alba e l jorn clar"), cuando no hay más que decir; otro que la resistencia a hacer legible el misterio (de Dios: “La luz viene en el nombre de la voz”).
Como la Esfinge, las cosas aluden a la fractura de la significación, exponen la cesura al interior de cada palabra, el corte (la “talla” para Raúl Ruiz fue otro modo de manifestar la discontinuidad constitutiva del cine: “La talla es una forma de montaje”).
Las cosas se resisten a encontrar sentido aunque, al mismo tiempo, son recuperadas siempre como sentido: todo signo es una cosa doble y abierta, diferente. Frente a las cosas quizás no quede más que asumir que son naturaleza.

463

Insistencia del día

El nombre verdadero es i, no "uno", ni "yo", sino i. Se sigue: “Insistencia del día” es una máscara, una especie de ortopedia del habla.

La imagen i en la mente quiere ser impronunciable, es a su vez un resto ( ) y un suplemento ( ): el aire que rodea (i).

Entre yo que escribe (i.e.: quien se arroga la posición de sujeto) y lo que escribe, descansa (duerme) el deseo de escribir.

Es el libro de la esperanza (y la espera), escrito antes de incorporarse por completo, con los ojos de quien sueña.

Distinto, sin embargo, del libro de los sueños.

i es un libro de amor. Del amor entendido como diferencia, que es una forma política de amar.

Existen ciertas utopías:
-dormir “sobre ambas orejas”
-ver el mundo como un proceso de constante formación y destrucción
-la continuidad de las cosas en todas las cosas.

Y algunas frustraciones:
-la necesidad de que la declaración de amor se renueve constantemente
-que no pueda el otro vivir el paraíso que deseo para él.

La escritura de i comenzó hace un par de años a partir de cuatro o cinco versos:

"Se escriben libros para decir que uno está solo en el mundo
que el día se hace más largo cuando uno está solo
se escriben libros para constatar la presencia de las cosas
para decir
estoy por fin conmigo
rodeado por las cosas",

pero concluyó en cuarenta días, dos años más tarde.

El método: escribir por cuarenta días como la primera cosa que haga al despertar (pues toda tarea que se emprenda por cuarenta días queda por siempre).

Como todo libro, i es un libro fundamentalmente incompleto –a lo sumo finge comenzar y terminar–. Alegría: la posibilidad de continuar (viviendo), reescribir, sobreescribir como práctica de una escritura inacabable.

i es una forma incompleta, que podría ser parte de ese libro pura escritura que todavía no es alguno, incansablemente otro; i.e.: el diario abierto, futuro, “no el último, sino el suplementario, el más íntimo y el más querido”.

La escritura que –por demasiado presente– no se puede anhelar o recordar.

432

Miramos por la ventana los edificios derrumbados, en mi sueño. La onda expansiva tarda en llegar, el suelo se abre, una gran grieta nos recibe con sus manos abiertas.

~

Miro por la ventana. El pájaro se posa sobre la rama y estremece el árbol.

428

Atardecer de domingo. La inminencia. Habrá ahora que levantar los restos del fin de semana, limpiar los segmentos oscurecidos en la alfombra, los rincones en los que las noches se obstinan, restituir el orden para recibir el día con los brazos abiertos, de cara al sol.

421

En algún momento el deseo de interioridad se confundió con la simple exposición de intimidades (la ideología de la transparencia). Es necesario un repliegue (batirse en retirada), volver sobre los procedimientos que caracterizan el comienzo como “apertura”, la sinceridad como “apertura”, para –una vez abierto el pecho– ver el funcionamiento de lo interior.

359

13 de septiembre.
Camino contra el sol. Aparece la sombra de alguien que sigue mis pasos. Pienso antes que otra posibilidad, que eres tú, que vienes a sorprenderme.

Segunda parte del ejercicio: leer por las tardes.

¿Por qué alguna vez en el pasado, en el futuro, dejar de ser esto que soy en este momento: una persona abierta a los otros y al mundo, calmada?

Por otro lado reposa también la sensación de que me he vuelto una persona indeseable, un manipulador insaciable que puede imitar a su antojo los sentimientos del otro y propiciar su simpatía.

288

Salgo por la mañana y al cerrar la puerta recuerdo un sueño que me parece recurrente.
Vuelvo del trabajo y la puerta está abierta de par en par. Una desesperación incomparable viene de inmediato, miedo a haber perdido algo de valor.
Sin embargo, al interior de este lugar que llamo “mi” casa, nada falta, todo está exactamente como lo dejé por la mañana, como si nada -al interior- fuese precioso para otrx más que para mí mismo.

213

Tras la masacre de Orlando, tras el asesinato de Daniel Zamudio, se sugirió en algún medio que el asesino era un homosexual reprimido. Esta sutil figura, que se presenta tolerante a las prácticas homoeróticas y promueve sus agenciamientos políticos, sin embargo, pretende anular el problema social que hay detrás: la homofobia profunda, "it's the queer inside they fear", as Mr. Carlin said; ya que al circunscribir toda esa violencia a un grupo, a los problemas identitarios de quien no quiere o puede presentarse “tal cual es”, se escabulle el problema de fondo: el odio a uno mismo, el horror de reconocerse como una persona abierta a la sexualidad y sus prácticas afectivas.

159

Si todos los caminos están abiertos y disponibles, las ideas de destino o desvío pierden pertinencia.

15

Otra puerta esta vez. Blanca sur abierta, dorado cerrojo. Abajo la huella de un pie pequeño, presa de furia infantil. Luz blanca –por el tubo alógeno arriba- resalta la superficie, a pesar de todo, lisa de la puerta. La oscuridad esquiva un triángulo celeste: donde comienza la salida al patio.
Tras la puerta, frente a mí, la proyección de una imagen.

14

Me he propuesto escribir cada día hasta que cese el viaje. Esta carta es también una carta de viaje: "Abiertos los ojos donde alguna vez abrí ventanas y solo vislumbré el deseo de ver".