Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ mundo

169

“En la nota que añadió a la publicación de América, Max Brod dice que algunos pasajes del libro de Kafka 'evocan irresistiblemente a Chaplin'. Sería más bien en Buster Keaton, y no en Chaplin (…) donde habría que buscar una visión del mundo que se acercara al mundo inhumano de Kafka por su carácter de rigor absoluto, de actividad geométrica. En Chaplin, la soledad, incluso si se traduce espacialmente con las célebres imágenes de El Circo o de La quimera del oro, no es más que la del hombre en una sociedad indiferente, mientras que en Buster Keaton el aislamiento de los seres y los objetos aparece como constitutivo de la naturaleza misma del espacio: aislamiento expresado en particular por el tema del movimiento de ida y vuelta –al estar como ‘remitido’ continuamente a sí mismo-, por las caídas brutales, los aplastamientos contra el suelo, por el ‘asimiento’ torpe de objetos que se escurren o se rompen, como si el mundo exterior fuera por su propia esencia poco apto para ser ‘asido’”. Éric Rohmer.

168

Un mundo de caricatura, que no pareciera tener consecuencias, en el que la muerte no existe. ¿Acaso ese hecho no lo hace un mundo más eficaz para retratar una historia de abuso y violencia? Pues, al no existir consecuencias, la manera propia de ser es a través de la violencia: la subjetivación es violencia. ¿No parece, acaso, ese mundo en el que la muerte no existe, más horrible y más fiel?
Solo un punto es el nombre de una revista que el Andino Profundo y el Amigo Talentoso, frente a este clima de violencia naturalizada, deciden editar en venganza de los opresores. En algún sentido es una venganza luctuosa, una venganza que para deshacerse de la violencia debe restablecer la muerte. Afrontar las consecuencias es el precio a pagar para atreverse a ser libres.

148

Visión periférica. En un mundo donde la colaboración se hace de la suma de proyectos personales, el decir del artista, del intelectual, está circunscrito entre dos enunciados límite: el silenciamiento del sujeto crítico y la carencia de financiamiento.
Por supuesto reduzco las cosas: el poeta es mezquino y se queja. Pero se ha construido toda una literatura desde la queja, las carencias económicas y de espíritu, problemas que solo se solucionan hablando, compartiendo conocimientos, enseñando y aprendiendo, en suma, colaborando. También, encontrando momentos de soledad. La lucha –la queja- es contra el aislamiento.

135

Dos sentimientos que me interesan: humillación y despojo.
La humillación como modalidad de experiencia fundamental del mundo. El despojo como rotura y alternatividad.

122

Holderlin.
"Sal, hombre, ve al vasto mundo, si tu corazón está carcomido por el tormento. Nada es tan sombrío en la noche que la mañana no lo pueda remediar".

111

La crítica como la forma más arrogante, el crítico como un moralista. Asco sin duda frente a quien me dice qué leer, frente a quien dicta subjetividades, quien me dice cómo vivir.

Por esto no a la crítica, forma mezquina cuando es arrogante, pero si quiere leer, ir allí donde la imagen se forja, la creencia cristaliza, cuando hiere el modo que pensamos correcto de conocer el mundo, sí.
Una crítica que es búsqueda del otro, una crítica como autosuperación.

92

Encuentro en mi largo regreso a la casa, La oscura vida radiante, un libro en medio de otros tantos libros destinados a cruzarse en mi camino. En las últimas páginas leo la historia de Daniel Vásquez, el poeta anarquista, encarcelado por subversivo, vuelto loco a punta de torturas y muerto en su celda como solo un dictador envejecido debe morir en su celda. Daniel Vásquez es en verdad José Domingo Gómez Rojas, fallecido el 29 de septiembre de 1920 en la casa de Orates por una meningitis no diagnosticada a tiempo. Otras versiones dicen que murió en medio de las botas ensangrentadas de los gendarmes en la Penitenciaría de Santiago. La cuestión es que apenas tenía 24 años.
En medio de una guerra inventada por el Presidente Sanfuentes para impedir la elección de Alessandri, ese año de 1920, Gómez Rojas, joven estudiante de Derecho y Pedagogía, fue apresado después del asalto a la Federación de Estudiantes de Santiago y acusado de antipatriota por oponerse a la guerra con Perú.
En La oscura vida radiante Gómez Rojas se llama Daniel Vásquez, seudónimo con el que firmó un par de poemas, pero el Ministro José Astorquiza Líbano conserva su nombre. El Ministro Astorquiza condenó a Gómez Rojas por “vendido al oro peruano” y –por encender un cigarrillo en su presencia- lo mandó a la cárcel bajo completa incomunicación. Encerrado allí, sin contacto con el mundo, en la oscuridad de la justicia chilena, perdió la razón y luego la vida. El día de su entierro, Alessandri fue declarado vencedor de las elecciones presidenciales y la tristeza se extendió un milímetro más sobre la historia de Chile.

76

Dinamitar mi cómoda existencia en el mundo.

Vanos intentos de cambiar la grasa y el petróleo.

Darnos permiso para ser superficiales.

52

Un sueño. Nos inventamos una ficción para abandonar la ciudad y ser felices. Almorzamos en la casa de un fascista. Estoy muy enfermo –es parte de mi personaje, aunque realmente estoy enfermo-. Así es que me quedo en la cama mientras los demás parten a perderse en la noche. Es reconfortante el contacto de mi cuerpo afiebrado y las sábanas limpias. Imagino tu presencia al borde de la cama, tu mano en mi frente para controlar que la fiebre no me arrebate del mundo. A ti te preocupa mi presencia en el mundo, lo que es agradable y me permite dormir.


44

El relato del monstruo está enmarcado por el relato de Víctor Frankenstein ("I beheld the wretch –the miserable monster whom I had created"), es Víctor el que habla por el monstruo, creeríamos. Pero el relato de Frankenstein, a su vez, está enmarcado por el relato de Robert Walton ("Our affectionate brother"), quien transcribe las palabras de V. Frankenstein una vez que el mundo se ha acabado para él y la vida es una pura venganza. Lo más interesante de esta espesura de voces es, sin embargo, el lector a quien está dirigida: Robert escribe una larga carta a su hermana Margaret. Recordar esto, en medio de las voces de todos esos hombres, es quizás el gesto más significativo de la novela, como lectores, asumimos el lugar de una mujer.

31

La otra tía, antes, era una mujer mucho menos conforme, más brutal, por aquello se ganó la antipatía de la madre y su hermana: es una mala mujer, dijeron.

En esta noche de año nuevo la vuelvo a ver y cocina junto a la hermana y la mamá, sonríen mientras los hombres conversan del mundo y preparan las bebidas. Resignación es una palabra extraña, creo que simplemente ya no tiene energías para oponerse a tanta opresión.

7

Estuve leyendo a Félix Martínez Bonati.
Que la representación del mundo que nos ofrecen las novelas es una alegoría de diversos aspectos de la realidad. En sentido contrario: un símbolo del mundo.
Mientras el significado alegórico puede ser diferente en cada novela, el significado simbólico de todas las novelas es el mismo.
Habría una relación entre la función denotativa de las proposiciones -verdaderas- y el significado simbólico de las novelas. Ambos denotarían lo verdadero.
La verdad de una novela descansa en su capacidad de identificación con aquello que la hace una novela. No hay más.