Sucede con cierta regularidad que la corteza oceánica se introduce bajo la corteza continental. Estos grandes movimientos liberan magmas y fluidos hidrotermales que ascienden por fisuras y grietas; minerales líquidos incandescentes que -en su camino de subida a la superficie de la tierra- se enfrían y cristalizan. A esas formaciones verticales se les llama filones, vetas y vetillas.
Como un modo de dar cuenta de tales vetas de escritura acumulada, hice un análisis de repeticiones de palabras por cada año del diario y clasifiqué luego cada una de sus entradas con las palabras resultantes: vetas que señalan otros depósitos minerales, otras estructuras verticales que atraviesan la horizontalidad del tiempo de la escritura del diario.

VETA ☷ blanco

656

Tras el sueño recordé el hoyo en mi pecho. Salí a la calle. Gente puso berros y tréboles en él, pequeñas flores blancas y caminé las calles desconocidas con flores, berros, tréboles, diminutos brotes blancos por pecho.
Soñé esto una vez despierto, palabra a palabra.

592

“Se oscurece el mar:
el graznido de un pato
suena apenas blanco”.
Matsuo Basho (1644-1694)

576

El jisei o poema de despedida fue muy popular en la tradición de la poesía japonesa. Usual entre monjes del budismo zen y samuráis, estos poemas eran escritos en el lecho de muerte o cuando la muerte ya parecía cercana. El antecedente más antiguo de un poema de despedida, según Yoel Hoffman (Japanese death poems, 1986), apareció en el primer registro de la historia del Japón, el Ko-jiki (712 d.C.), donde se relata la muerte de Yamato Takeru-no-Mikoto y su transformación en un pájaro blanco.

529

Toco el hueso de la clavícula derecha –tras sumergirme en la playa– con los dedos índice y medio –tras humectar la piel con una crema suave y blanca– de la mano izquierda, mientras leo o pienso arrojado sobre el sillón –bello y terso– como un animal cansado, sobre su propio cuerpo.

521

Una línea de blanca espuma en el amplio pliego azul del océano dibuja islas y naufragios.

383

12 de octubre.
El pedazo de tierra que nos sostiene.

Entre nosotros y la montaña están nuestras vidas, la actividad psíquica, los dominios del sueño y los discursos de la doxa. Soñamos la vibración blanca de la montaña pero esta permanece en frente con su oscuridad indescriptible.

360

14 de septiembre.
Luego de la escritura blanca del ayuno, siento: esta es mi cura, no la simple espera (por nadie, de nada), mi amuleto.

La escritura del alba, una práctica de neutralización, un amuleto.

349

día 32. De este campo de intensidades, de esta multiplicidad, de este complejo vibratorio, digo:
blanco / gota
Y llueve.

334

día 17. Al fondo la montaña sueña su presencia diferente, muaré, la vibración que desemboque en el blanco.

319

día 2. La escritura del ayuno, la escritura blanca del alba, la que comienza al fondo de las cosas, sonido destinado a perderse con la marcha del día.

194

Una libreta en el velador para cuando despierto, agobiado por el fantasma que ronda el sueño; un cuaderno sobre la mesa ratona para los fines de semana en los que me complazco de mi sola presencia dulce; otras libretas y cuadernos escondidos en los cajones a lo largo y ancho de la casa; listas de recetas que me asaltan encima de la mesada, mientras practico la gastronomía del alma y del cuerpo (para sanar desde dentro, para estirar las raíces); anotaciones sobre la consistencia de las verduras y el fulgor de la fruta; papeles tirados en pasillos de supermercados y farmacias en los que leo mi suerte; la blanca paloma de la hoja rasgada, el mural del cielo; también otras libretas y cuadernos que perdí en lugares a los que ya no soy bienvenido y está esta manta y el chaleco que tejo para protegerme del invierno, miniaturas del tapiz de Gerona en los que anoto la vida.

15

Otra puerta esta vez. Blanca sur abierta, dorado cerrojo. Abajo la huella de un pie pequeño, presa de furia infantil. Luz blanca –por el tubo alógeno arriba- resalta la superficie, a pesar de todo, lisa de la puerta. La oscuridad esquiva un triángulo celeste: donde comienza la salida al patio.
Tras la puerta, frente a mí, la proyección de una imagen.

3

Esto que comienza es una carta para ti. Tiene, por tanto, la tardanza y la cursilería que una paloma blanca para mi abuelo. Hay fórmulas, secretos, palabras necesarias.