Hacia el año 2009 o 2010, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.
En la correspondencia entre Gabriela Mistral y Doris Dana hay semanas, meses, años sin intercambio, sin ninguna carta, ninguna exigencia, ninguna demanda, ninguna manipulación, ninguna palabra entre ambas. Es el tiempo en el que están juntas.