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Panguipulli, 5 de febrero, 2021
¿Qué decir?, ¿qué se puede decir -otra vez- frente al uso “desmedido” de la fuerza, de una institución que monopoliza la violencia y debe gestionarla?, ¿qué se puede decir cuando la retórica que sustenta dicho monopolio solo ve errores de procedimiento, responsabilidades individuales? Este asesinato -el de hoy / otra vez- es la reiteración de las consecuencias largamente documentadas de la criminalización, de la retórica de la guerra, que ve enemigxs allí donde unx (u otrx) se ve a sí mismx y sus semejantes. Ante la intensificación de las estrategias y tácticas represivas solo son esperables consecuencias que afectan la vida de las personas. Ninguna solución hay allí donde se reducen los problemas sociales y políticos al crimen (o su sospecha), cuando el crimen como concepto preexiste a toda infracción. El discurso represivo construye -ya lo sabemos- al otrx en enemigx pues sin enemigx todo su aparataje institucional se desploma. Hay un enemigx implacable, poderosx, esencialmente invencible, sin el cual toda institución represiva carece de sentido.

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