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Hay un gesto que se repite en las películas de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda: el gesto en el que la cámara abandona la escena. Fuera de escena, muestra el reverso de la imagen entendida como “oficial” / de los medios tradicionales / de quienes quieren exponer su verdad utilizando la retórica y el ethos del discurso público.
Esta operación crítica no tiene como objeto solo des/cubrir el valor de espectáculo de los discursos, sino, también, decir (una y otra vez) que la verdad está atada a un punto de vista / a una idea del mundo.
Por otro lado, un efecto de consecuencias más complejas: tras la escena hay otra escena, a la espera de salir del margen o la oscuridad. Encendida la cámara, el mundo iluminado abrasa la imagen.