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Los hombres oscuros. Es importante la mirada, ya sea en el narrador que se entrega a la apertura del paisaje o a la mañana, a la caída de la noche, ya en algunos personajes: la mujer de Víctor Alfonso, el suplementero revolucionario, lo mira con orgullo mientras este vuelve al conventillo con su presencia simple y se sirve la comida.
Estos momentos -en medio del erotismo interrumpido o frustrado, de los malos olores: el guano y el hedor del amor furtivo, el hacinamiento y los vicios- parecen requerir de un lenguaje que escape de cierto expresionismo decadente o un realismo de tableau, para entregarse al luminoso trabajo del lenguaje analógico.