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Y la fisura es tan profunda que hiende el espíritu. En otras palabras, me constituye como sujeto. Las mismas divisiones (sociales, raciales, de clase, de género) que desprecio en otros forman las mesetas del interior.
Esa misma distinción, entre un adentro –como privilegio del diálogo reflexivo– y un afuera comunicativo, de relación con el mundo, de oclusión o absurdo; esa distinción tan apreciada por mí, por la que puedo decir que me entiendo cuando susurro la verdad en mi oído –la verdad escuchada: sonora, tibia, húmeda, es diferente de la verdad dicha: sonido, temperatura, humedad–; esa distinción entre un adentro y un afuera, entre lo particular de mi verdad y la generalidad de la verdad, habrá que dejarla. Ya no hay más un interior que soporte un exterior abstracto; no más adentro que sostenga la actualidad del afuera y su violencia.

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El rey de Lidia echó a la suerte el destino de la mitad de su pueblo frente a una gran carestía. Los lidios son conocidos -eso se dice- por ser el pueblo inventor del juego de los dados. Los primeros dados fueron hechos con huesos de tobillos de oveja u otros mamíferos, pues estos huesos -llamados astrágalos- son similares a un cubo, en el que inscribían figuras o puntos. La suma total de los puntos de un dado de seis caras es 21. La suma de sus caras opuestas siempre es siete: 1+6; 2+5; 3+4. Tanto la decisión del rey de los lidios como la asignación de valor a los signos en las caras del astrágalo son arbitrarias. Esto sabía el rey de Lidia, que "se puso al frente de aquellos a quienes la suerte hiciese quedar en su patria".

09/2025 _ Conoce más