En una de sus cartas a Isolda (él viaja por el sur de Chile, está en Valdivia), Óscar Castro escribe: “…mientras los niños se vestían, yo me encaminé hacia el invernadero del hotel. Conocí allí la Mimosa pudica, una planta semejante a un helecho común que encoje todas las hojas de la rama cuando uno la toca. Luego pude admirar trescientas variedades diferentes de quiscos. Los había de todas las formas y caprichos que pudo inventar la imaginación. ¡Y yo, Isolda, pensaba intensamente en ti al contemplar aquellos prodigios de la naturaleza!”