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En la nota tercera del canto vigesimocuarto de la traducción del Conde de Cheste, en la nota segunda de la edición a cargo de Francisco Montes de Oca, del Infierno, se lee respectivamente:

“Corría entre los antiguos que una piedra llamada heliotropia hacía invisible al que la llevaba”.

“Se decía que la flor del heliotropo hacía invisible al que la llevaba”.