De mañana el cielo cerrado de bruma. En la micro, el aire acondicionado empaña las ventanas. Pasada la plaza, un hombre aprovecha uno de los asientos vacíos, comienza a sonreír a medida que, con la mano, limpia el invierno.
Hacia el año 2011 o 2012, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.
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