Hacia el año 2011 o 2012, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.

Mostrando entradas de agosto, 2025

El arte de hacerse notar

La ortiga me picó el brazo
Y el brazo se hinchó sin medida.
El brazo derecho, el brazo
Con el que escribo y tiendo
La mano y el arco, recibo
Cariño y comida.

Luego de un rato
Pasó el ardor agudo y pasó
También la hinchazón
Que en realidad
No fue para tanto.

Llegué a la casa y quedó
La ortiga al lado del camino
Al final del invierno
Ondeando sus ramas al viento.
De regreso de la feria me encuentro con el hombre pequeño que para de barrer las hojas, cuando paso fuera de su casa. Yo lo saludo y sonríe. Es mediodía.
De noche leo en el bosque zen:

Barriendo las hojas en el valle
Bajo el sol de la tarde:
Un monje.

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Entradas aleatorias

El rey de Lidia echó a la suerte el destino de la mitad de su pueblo frente a una gran carestía. Los lidios son conocidos -eso se dice- por ser el pueblo inventor del juego de los dados. Los primeros dados fueron hechos con huesos de tobillos de oveja u otros mamíferos, pues estos huesos -llamados astrágalos- son similares a un cubo, en el que inscribían figuras o puntos. La suma total de los puntos de un dado de seis caras es 21. La suma de sus caras opuestas siempre es siete: 1+6; 2+5; 3+4. Tanto la decisión del rey de los lidios como la asignación de valor a los signos en las caras del astrágalo son arbitrarias. Esto sabía el rey de Lidia, que "se puso al frente de aquellos a quienes la suerte hiciese quedar en su patria".

09/2025 _ Conoce más