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Me quito la ropa frente al espejo y alcanzo a ver el movimiento del hombro que se acomoda para darle fuerza al omóplato y que así el pecho se abra. La camisa cae a mis pies sobre el pantalón y entro a la ducha.
Estoy a ambos lados de la cortina: bajo el agua caliente, sobre las baldosas frías. El vapor va llenando el baño, envuelve la bruma el cuerpo del viajero. Es madrugada, se avecina el invierno.