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Quise alguna vez escribir sobre ellos: los amigos perdidos. Una novela que se llamaba La desaparición del mar. Contaba la historia de una catástrofe tras la cual toda la ciudad debía ser relocalizada, en otra bahía, a la falda de otros cerros.
La noche del desastre ocurría un crimen: el homicidio perpetrado por Micky. Todo se trataba de ahorrarle la vergüenza a la cuadra, a la población, a la ciudad, a mí mismo (porque yo es la colectividad más grande).
La novela estaba cruzada por un discurso de restitución, un discurso conservador, escatológico. Escribir ahora esa novela no tiene ningún sentido, ya no entiendo mi pasado como una vergüenza.