Hacia el año 2011 o 2012, comencé a anotar el presente, sin mayor propósito, sin ninguna rigurosidad o frecuencia preestablecida. He decidido, ahora, exponer esos apuntes que brotan cuando se “deja de escribir”, la escritura que media la distancia entre un libro y otro, bajo la condición de continuar con esta práctica y publicar esas notas durante un tiempo indefinido.

Mostrando entradas de octubre, 2025

No hay palabras. Silencio y, en medio, cuerpos que se trenzan, cuando van de allá para acá en busca de comida y juegan. Después duermen confiando su peso en el otro. Todo queda trazado, de todo persiste una estela que se graba en el denso tiempo sin ruido.
De pronto un movimiento inhabitual. El ojo sigue a la mosca que atreve a acercarse y se aleja, del hocico que muerde el aire. Se pierde luego por la ventana, a salvo.
Un movimiento súbito interrumpe el baño de sol: el olvidado arte de la caza.

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El rey de Lidia echó a la suerte el destino de la mitad de su pueblo frente a una gran carestía. Los lidios son conocidos -eso se dice- por ser el pueblo inventor del juego de los dados. Los primeros dados fueron hechos con huesos de tobillos de oveja u otros mamíferos, pues estos huesos -llamados astrágalos- son similares a un cubo, en el que inscribían figuras o puntos. La suma total de los puntos de un dado de seis caras es 21. La suma de sus caras opuestas siempre es siete: 1+6; 2+5; 3+4. Tanto la decisión del rey de los lidios como la asignación de valor a los signos en las caras del astrágalo son arbitrarias. Esto sabía el rey de Lidia, que "se puso al frente de aquellos a quienes la suerte hiciese quedar en su patria".

09/2025 _ Conoce más