1133

En uno de los paseos diarios se nos acerca un hombre grande, de alrededor de 80 años a preguntarnos las preguntas usuales - a nosotros que paseamos diariamente.
Nos cuenta además que hace tiempo tuvo una gata que vivió muchos años. Él trabajaba en un banco, un día le llamaron para avisarle sobre la muerte de su amiga y tuvo que correr al baño a esconderse al no poder contener las lágrimas - que corrían por sus mejillas ante el asombro de los compañeros de trabajo, que no entendían por qué lloraba la muerte de un gato.
Ellos son nuestros hermanos menores, dice. Uno nunca está preparado para la muerte de un hermano.