Como las estrellas
que brillan y titilan,
los dorados narcisos
a la orilla del lago
bailan con el agua
movidos por el viento.
En el poema de los narcisos
-I Wandered Lonely as a Cloud-
de William Wordsworth
el mundo baila y se mueve.
En cambio en El iris
salvaje de Louise Glück
el mundo / el poema ofrece
sus diversas flores
coloridos y frágiles
cuerpos que cruzan
el umbral de la vida.
"Uno por uno"
desde una tanqueta
le gritaron a Maicol
Palacios el día que fue
a la comisaría de Collipulli
a buscar a su padre